Qué buena está la tarta. Pastel de naranja con chocolate. Al comerla con las manos, sabe mejor.
En la cocina se dibuja una sombra. Tumbada boca abajo, inerte, enmudece Sofía. Inmóvil, reza en su inconsciencia. La lazada de su mandil permanece tan torcida como de costumbre. Migas oscuras, acompañan su duelo.
Otra patada en el costado derecho la retuerce.
-Vaya, creía que ya te habías muerto.
La voz, esa voz. La misma que da los buenos días y las buenas noches en el ascensor. Impensable.
– Me resultará más fácil de lo que creía deshacerme de ti. ¿A quién le extrañará que una mujer tan aseada como tú, se haya caído de la escalera limpiando los armarios?
La puerta de la nevera se abrió, cerrándose prácticamente a la vez.
-Quiera Dios que sea un entierro rápido. Siempre has querido que te incineraran.
-Me pregunto si vendrán tus amiguitas, las putas esas con las que tanto wasapeas.
-No puedes frotar armarios sobre una escalera y enviar memes a la vez.
– ¿A quién se le ocurre?
Un golpe seco hizo temblar las paredes. Junto a Sofía resplandecía la pequeña escalera metálica.
Los gritos de la policía inmovilizaron el gesto.
El audio que Sofía envió explicando la receta de tarta de naranja con chocolate, le salvó la vida. Impensable.
Pepa Sanz – Señora de Feroz.