Este año el mundo ha sido testigo de una escalada alarmante de los incendios forestales y Canadá, el segundo país más grande del mundo, se ha convertido en el epicentro de esta devastación.
Con asombro y tristeza hemos seguido día tras día cómo más de 17.5 millones de hectáreas (más del doble que la región de Andalucía o, lo que es lo mismo, como si se hubieran perdido 40 campos de fútbol cada minuto durante los 12 meses), fueron consumidas por el fuego en más de 5.800 incendios. Esta catástrofe ha dejado a su paso cinco víctimas mortales y ha forzado a 156.000 personas a abandonar sus hogares. Además, en Hawái, específicamente en la isla de Maui, el fuego ha cobrado la vida de un centenar de personas y ha llevado a la evacuación de miles de residentes y turistas, así como a la destrucción de cientos de viviendas y negocios.
En el Estado Español, según el informe de WWF sobre incendios forestales 2023, se ha emitido una alerta sobre el crecimiento constante de la peligrosidad de los incendios, que ahora se han convertido en auténticas emergencias sociales. Estamos viendo menos incendios, pero cada vez más destructivos, afectando no sólo a las masas forestales sino a la vida de las personas y sus bienes, así como a las infraestructuras. En futuros artículos, abordaré conceptos clave como la paradoja de la extinción de incendios, el manejo integral del fuego y la prevención.
En la provincia de Castellón, durante este año, hemos sido testigos de situaciones extremas, anomalías y cambios bruscos en los fenómenos meteorológicos, que tienen relación, según diferentes investigaciones, con los cambios que se están produciendo a nivel de la atmósfera. Estos extremos se manifiestan con inviernos y primaveras más secos de lo habitual y con incendios forestales que se desatan incluso en marzo, como ocurrió en Villanueva de Viver. Este incendio presentó un comportamiento en la velocidad de propagación propio del verano debido a una alta disponibilidad del combustible propia de la época estival y a unas condiciones atmosféricas de inestabilidad, que favorecieron el crecimiento del mismo con un ratio de extinción inferior a la velocidad de propagación y velocidades de crecimiento altas en las horas iniciales del incendio.
En contraste, hemos experimentado lluvias torrenciales, como las que afectaron a Benicasim y Borriol en el mes de mayo, donde se registraron acumulaciones de hasta 220 litros por metro cuadrado en poco tiempo: https://castellondiario.com/tormentas-extremas-estamos-preparados/ Esta cantidad de lluvia prolongada en el tiempo podría ser beneficiosa, pero tantos litros en poco tiempo causan los estragos que bien conocemos. Este récord pluviométrico coloca a mayo de 2023 como el mes más lluvioso de la historia en la zona, según la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). Mientras tanto, en Grecia, a finales de agosto, Evros sufrió el incendio forestal activo más grande de la Unión Europea jamás registrado, con más de 90.000 hectáreas calcinadas, según Copernicus de la UE. Posteriormente, el 9 de septiembre, se enfrentó a un episodio extraordinario de lluvias torrenciales con acumulaciones de más de 800 litros por metro cuadrado en algunas áreas, un fenómeno alarmante y sin precedentes. En Libia tenemos que lamentar, según estimaciones de Media Luna Roja más de 11.300 muertos y 10.000 desaparecidos y unos 30.000 desplazados debido a un episodio extremo de lluvias que fue el desencadenante, y cierto es que se pueden añadir otros factores (tipología de urbanismo, falta de mantenimiento de infraestructuras críticas, o escasa protección civil), pero sin un mar tan cálido, estos fenómenos meteorológicos extremos serían menos probables y, sobre todo, mucho menos dañinos.
En agosto, también nos enfrentamos a altas temperaturas, con un «reventón seco» que batió el récord histórico de temperatura en Castellón, alcanzando los 42.5 grados, mientras que Soneja llegó a los 44.1 grados. Históricamente, la temporada de incendios se limitaba a los meses de junio a septiembre, coincidiendo con el periodo más cálido del año. Sin embargo, en la última década, se ha observado que la zona mediterránea se ha convertido en una región de transición climática con abundante material combustible que puede liberar grandes cantidades de energía y desencadenar fenómenos convectivos en grandes incendios forestales (GIF).
Según AEMET, este agosto fue el mes más cálido de la serie histórica y, según la ONU, los próximos 5 años serán los más cálidos jamás registrados: https://news.un.org/es/story/2023/05/1521047
Es por ello que, ante la carencia histórica de recursos y medios, la consolidación de la base aérea de Emergencias de la Generalitat en Tírig, con 1 helicóptero de manera permanente, responde a una necesidad de adaptación a los nuevos escenarios de lucha contra incendios forestales y otras emergencias que se pudiesen producir en el territorio valenciano o en comunidades autónomas limítrofes durante las próximas décadas, siendo importante afianzar la plantilla interina/refuerzo con un tercer turno de Emergencias en la SGISE 112 en la Comunidad Valenciana.
Frente a estos nuevos escenarios, los Bomberos Forestales de la Generalitat, pertenecientes a SGISE, formados y capacitados en el IVASPE (Instituto Valenciano Seguridad Pública y Emergencias), al inicio de la jornada de guardia, realizamos un briefing diario, dando mucha importancia a la parte meteorológica. La primera tarea del personal es identificar los posibles incendios forestales que puedan ocurrir ese día, su patrón de propagación y su potencial de crecimiento. Se presta especial atención a los episodios de vientos sinópticos, considerando si en la zona serán sostenidos o intermitentes y su horario previsto. Ante un hipotético incendio, se deben tener en cuenta las condiciones de viento en relación con la orografía, ya que esto puede crear rotores en las zonas de sotavento y desencadenar dinámicas peligrosas, así como el siempre presente CPS (Campbell Prediction System) y OCELA en cada actuación.
Otros datos a tener en cuenta son diferentes índices proporcionados por distintos modelos, como por ejemplo el Índice de Haines (LASI), aplicado a los incendios forestales y el DC (Drought Code), nos dan la información complementaria del posible comportamiento del fuego en la provincia de Castellón o provincias adyacentes.
En las zonas de interfaz urbano forestal, aquellas donde el monte se une con las casas, o incluso donde estas se encuentran inmersas en él, las cuales abundan en nuestros pueblos y urbanizaciones, es importante destacar el debate en curso sobre el riesgo poblacional inmediato frente al potencial de riesgo poblacional a medio plazo, tal como lo detalla el Analista Internacional y Doctor Raúl Quílez Moraga en su publicación «Incendios Forestales: Análisis y Operaciones para su combate».
La conciencia situacional (AWARENESS), la preparación y la formación son clave en un mundo donde los incendios forestales son capaces de poner en jaque operativos completos y, sobre todo, su seguridad. Por ello es fundamental invertir en formación de los cuerpos de seguridad y bomberos de la Generalitat. Tal y como detalla Marc Castellnou, inspector jefe de bomberos GRAF «Hay que invertir en la cabeza del bombero y no tanto en el casco». Con esto se refiere a que la formación revierte en seguridad para las personas que trabajamos en la extinción y deben tomar decisiones sobre sus acciones contra el fuego y, por ende, en su eficiencia en los incendios grandes GIF. Por ello se insiste en la necesidad de actualización de formación interna. Esta debe ser formación específica y obligatoria realizarla por todo el personal del operativo de emergencias en el IVASPE y una asignatura pendiente para los nuevos retos, ya que los incendios forestales, antiguamente, afectaban mayoritariamente a la temporada de verano y, actualmente, se han convertido en una amenaza global que afecta o puede afectar durante todo el año y requiere disponer de las capacidades, del personal suficiente y herramientas adecuadas para combatirlos.
Dionís Montesinos, bombero helitransportado de la Generalitat Valenciana y estudiante de psicología.