Nuestro lanzador de martillo Javier Cienfuegos, cuyo 2019 ha sido mucho más brillante de lo que nadie podría esperar, estuvo a punto de ponerle la guinda ideal con una medalla en los Mundiales de Doha, sin embargo, tuvo que conformarse con un meritorio séptimo puesto después de lanzar 76.57, una marca alejada de los más de 79 metros que ya había tirado el extremeño varias veces durante esta temporada.
De hecho, Cienfuegos hizo mejor marca en la clasificación (76.90) que en la gran final, donde no logró encontrar ese tiro que le diera las medallas. Con el lanzamiento del récord de España, nuestro atleta hubiese alcanzado la plata. Así que, pese a la buena actuación dejada por Cienfuegos, que ha disfrutado de su primera final mundialista, el sabor es un poco agridulce porque dejó pasar la opción de conseguir su primera medalla en un campeonato de esta envergadura, un premio que podría recoger en un año en los próximos Juegos de Tokio.
Cienfuegos arrancó la final con dos lanzamientos algo cortos para lo que suele ser él, 73.25 y 74.73 antes de irse en el tercero a los 76.00 y asegurar su pase a la mejora. En el cuarto llegó su mejor disparo, el de 76.57, una marca que ya no pudo mejorar ni en el quinto (76.01) ni en el sexto (74.64). En definitiva, un concurso notable que le valió plaza de finalista, que sirvió para cerrar una sobresaliente temporada en la que ha mejorado su récord de España hasta en tres ocasiones, pero que le deja con la sensación de haber perdido una gran oportunidad de estar en el podio de un Mundial.
La final la ganó uno de los dos grandes favoritos, el polaco Pawel Fajdek, que llegó hasta los 80.50 en un concurso en el que no hizo ningún lanzamiento por debajo de los 79 metros. Su gran rival, en teoría, era su compatriota Wojciech Nowicki, sin embargo, no se encontró en un buen día y terminó en cuarta posición con un mejor tiro de 77.69. El podio lo completaron el francés Quentin Bigot (78.19) y el húngaro Bence Halász (78.18).