Con la venia: Menú estomagante el que hemos dibujado en las entregas anteriores. Y tal parece que no hay salida deste cauce de caca. A ver, a ver, espera...dejando aparte la caca, que ya huele, podríamos mirar el otro elemento, digo yo.
Hemos dicho cauce. Un cauce siempre tiene un curso y dos orillas ¿ no ?, lo que vendría a ser un río, en mayor o menor grado. Y este viene revuelto a todas luces. Apliquemos pues el conocido refrán, y veamos si podemos pescar algo, nóséacósaqué y estemos haciendo el panoli, aún más si cabe. Venga, vamos al tajo, aunque solo sea para un ratico de ejercicio teórico.
Como habrá curro pongámonos en ropa de trabajo. Para empezar toca desnudarnos, tirando afuera el pesado y nauseabundo edredón autocompasivo, junto con la pringosa y picajosa frazada de la culpabilidad, además desa jodía cobija auxiliar de llamada nostalgia. Arranquémonos después del embustero, incómodo, y maloliente mantón tradicional. ¡ Uúff !
También quitémonos ese trajecito estrecho, enchalecado, malcosido, al que llaman brillo propio. Y libremos nuestros pies desos peúcos que son las leyes no escritas, familiares grilletes tejidos en cadeneta, que sirven de excusa para no dar un paso fuera del tiesto. Salgan todos estos queridííísimos pingos por la ventana, ventilando la situación. ¡ Mucho más uúfff ahora !
Sin tal montón de basurita emocional ya la vida pesa menos, porque estamos casi desnudos, como los Hijos de La Mar. Es momento de cojer el Espejito Mágico de Ikea, romperlo sin miedo, y mirarnos en los pedazos hasta reconocernos tan múltiples, como seguro que somos. Este ejercicio, duro y vigorizante, es una inyección de desapego, imprescindible para no recaer de nuevo en creernos principitos hogareños, ni catecúmenos de la libertad, ni canis lupus moteros de la estepa.
¿ De que más se podría prescindir para darle a las penas otra puñalá ? Siendo mediterráneos del siglo XXI, sospechemos de una desas mentiras seculares en estos pagos, una amarra tan fuerte como solapada, impuesta por la costumbre, e interiorizada sin análisis ni crítica. Algo así como un íntimo taller con la arquitectura y maquinaria precisa para tejer los cochinos harapos que acabamos de desechar. Orillando el origen religioso del término, y considerado en su sentido más amplio, estaríamos ante el Pecado Original.
La tal maldición consiste en admitir que cuando nos atrevimos a ser espontáneos, a no tragar con el tabú, a señalar las incongruencias, o a reírnos de los anacronismos, nos merecimos ser expulsados de la Sacrosanta Tribu, fuera de la cual, según el Dogma, no hay más que crujir y rechinar de dientes. Ítem más; tiene una horrenda consecuencia, y es que en caso de arrepentirnos de nuestra conducta, retornando al Corralito, humilladitos y bien contritos, seremos deudores de La Redención, por la que pagaremos eternos intereses y tremebundo principal.
Hemos consultado a varios autores y ciertos amigos federados en supervivencia. Nos recomiendan dos preguntas explosivas que, usadas sin vergüenza, hacen saltar por los aires el maldito telar hilador de desgracias.
El primero destos cartuchos dice así; » Oiga rey, lo del Pecado Original lo habrá cometido su señora Mamá Primera, y el bachachas de su Primo Papi, de acuerdo con sus Crónicas. Pero a mí no me lo encalome, que hoy no es sábado, ni un horror desos es mi nietecito.»
El segundo reza; «¿ Que seré redimido me dice ? ¿ Voacé es gringo, o guiri, o pelafustán, o archimandrita de algo ? Desde chinorri, cuando veía al Bubú y al Yogui en blanco y negro, he querido ser el Oso Maloso, Mentirón y Crapuloso. Si quiere hacerme un favorete páguese unas cajas de Budweiser, y luego busque en sus astas por Gps y deponga en el kilómetro quinientos. De ambas astas digo.»
Por cierto, hablando de voladuras, la Samsung malvada está a punto de estallar en negro como suele. Démosle a ella un descanso.
Y a vosotros las buenas tardes.
B.S.R.
Buscad en Yutús el Concierto de Varsovia.
Versión de la Madrid Sinfonietta.
Laura Sierra al piano.
Manolodíaz.