En poco más de cuatro meses, el equipo municipal de gobierno del PP ha disparado el número de afrentas a la ciudad olvidando las promesas de proteger a los castellonenses.
Ahora mismo, después de más de cuatro meses al frente del Ayuntamiento de Castellón, si el equipo municipal de gobierno del PP pusiera un circo, le crecerían los enanos. Tras los cien días de cortesía, los desafueros se han ido acumulando en un ejercicio de mala praxis en la (escasa) gestión municipal.
El primero de los agravios se iniciaba con los vecinos de la plaza Juan XXIII que todavía no tienen solucionado el problema de los árboles tóxicos que existen en este enclave urbano. Pese a la visita tardía del concejal de Medio Ambiente, Cristian Ramírez, no hay visos de resolver un problema que es, sobre todo, de salud pública (a falta de un estéril informe y no la orden taxativa de sustituir el arbolado por otras especies menos agresivas).
Está lo de la gasolinera de Rafalafena. La reina del Chanteclair vecinal, Vicky Amores, anda muy ufana estos días porque dice que: “hemos ganado” (un chascarrillo popular ya dice que en el Ayuntamiento mandan tres, PP, Vox y Amores, y recomendaría a los de Abascal guardarse las espaldas con un socio de gobierno nada fiable). Pero, nada más lejos de la realidad. Pese a los cantos de sirena de las promesas consistoriales de que “se ha frenado la bencinera”, eso no es cierto. Sino, que necesidad tiene el grupo de gobierno de negociar con la empresa.
¿Negociar qué? Sería una gilipollez empresarial y un error reputacional de la mercantil si renunciara a la instalación de la estación de servicio en la esquina de Pintor Carbó con la calle Villavieja, cuando tiene todos los papeles en regla por un capricho de un niñato (que firmó la licencia de compatibilidad) y de la hermanastra de Cenicienta (Begoña Carrasco). Como acertadamente dijo en un alarde de clarividencia el portavoz municipal Vicent Sales, “esto acabará en los tribunales”.
Para redondear la nómina de perjuicios a la ciudad de Castellón, Zara, el buque insignia de Inditex en la plaza Santa Clara baja sus persianas el 31 de enero, hiriendo de muerte al centro comercial castellonense. El cierre de Zara provocará un ‘efecto dominó’ que llevará al cierre de otros comercios y franquicias.
Este PP que prometió rescatar el centro de la ciudad. No vale argumentar la herencia del pasado. También era gestión municipal estar en la oposición. Y no se puede tratar a los ciudadanos como menores de edad. Hay que exigir a los poderes públicos la máxima eficiencia en la gestión. Trabajar por la ciudad. Y además, bien. Es Toledo. No Castellón.
Vicente Cornelles Castelló
Escritor y periodista