Con la venia: No voy a hincar el diente en aquel asunto del supuesto atún rojo, teñido él con zumo de remolacha o algo peor.
Ya hace unos años se supo de la tal estafa, que os salpicó a unos cuantos y derivó en un escandalito local controlado. Así que cuando La Santa Administración os impuso multitas varias, que desde luego no compensaban los males cometidos, las aguantasteis silbando -como siempre- porque ya sabíais que estas sancioncitas servirían para que la Muy Sufrida Ciudadanía -¡inocente paloma ella!- os creyera escarmentados, y retornara pronto a pagaros -bien caro- lo que se supone un estupendo y lujoso manjar de origen certificado.
Como vuestra rapacidad ansiosa siempre deriva en reincidencia estúpida, este timo atunero se ha vuelto a perpetrar, y parece ser que a gran escala. El caso está en investigación, así que lo dejaré de lado por el momento, y me centraré en un mierdoso quiebro que encontréme hace poco.
Este humilde anciano que ahora soy colecciona espejos y defectos, el menor de los cuales no es la conquiliología, es decir el estudio de los moluscos con concha, al que he dedicado más de cinco décadas, con especial atención a los bivalvos marinos, de los que tuve una extensísima colección, cuya venta apresurada me salvó de ruina y males muchos. Pero esta es otra historia.
Centrándonos en el caso que nos ocupa; el otro día vi una oferta tuya, y de inmediato entré en modo alerta. Pesquisas hice no pocas y preguntas muchas, de lo que resultó que, traído por mano amiga, tengo abordo de mi nave el catálogo de una importante empresa de congelados, correspondiente a julio del 2023. Son 32 páginas a todo color, impresas en un papel couché que ya lo quisieran las revistas del cuore más glamuroso.
A mí me parece la tal publicación de una pretenciosidad algo más que pueblerina, pero de lo suyo gasta la empresa, contra la que nada tengo aparte del repudio a la sobraera del alarde editorial. Solo diré dello que, si yo fuera presidente de la firma, el jefe de publicidad estaría sumergido cabeza abajo en una balsa de purines, la información llegaría puntualmente a su destino, y los gastos serían mucho menores en la sección.
Volviendo al catálogo de marras; en la página 16, abajo a la izquierda, hallé lo que yo me temía. En un lindo recuadro se ofrecen apetitosos bivalvos, limpios, y aferrados a su concha inferior. Se venden en cajas de 6 kilos, con un precio de 95.70€ cada una, por lo que la ración de 100 gramos sale a 1.60€, según se informa puntualmente.
Un ojo avezado -hablamos del mío, por supuesto- reconoce a primera vista la morfología destos pectínidos, por los que tú pides hasta 1.80€ la pieza, asegurando que son sabrosas zamburiñas, que crecieron en las gallegas costas hasta hace un ratito.
Por no resbalarme, ni levantar falsos, consulté al Tío Gú y un par de libros que aún poseo, para cotejar los tamaños y dibujos de las conchas congeladas con las que tu exhibes, y confirmé su coincidencia y mis sospechas. Son vieiras del Pacífico, y simplemente por su lugar de extracción, las que ofreces llegarán a ser zamburiñas -Chlamys varia (Linné 1758)- cuando yo sea Lady Godiva y tú el Niño Jesús de Praga.
Resultando: quieres colarnos el jodío camufle que te desgloso a continuación.
Primus: no és la especie que pregonas. Ni puede llegar a serlo.
Secundus: las piezas congeladas son, pero no frescas. Aún concediendo que conserves la cadena de frío -sobre poco más o menos- no me negarás que con tantas horas de exposición del producto, la tienes flojilla. La cadena digo.
Tertius: pretendes cobrar con abuso y sin vergüenza, sacando provecho usurero de la buena fe de los clientes.
Total; que eres un embustero y un tantico cabroncete, o como mejor se diga en derecho.
No está en mi mano llevarlo a cabo, pero es mi ferviente deseo durante tus próximas vacaciones en Bali, mientras practicas esnokel, la más colosal Tridacna gigas (Linné 1758), cierre sus poderosas valvas apresando tu escroto, y así te mantenga hasta que un par de docenas de hambrientos escualos acudan a la fiesta.
Dicho sea todo lo anterior con ánimo jocundo, claro quede. Amén.
Banda Sonora Recomendada: Para amortiguar el cabreo de hoy, escuchemos lo que sea que cante Toni Bennet. Bendita y agradecida sea su memoria.
Manolodiaz.