La delegación de Castellón ha estado integrada por Carlos Pitarch, José Manuel Zapata, Manuel Renau y Manuel Castillo, junto al albaceteño Óscar Cardo y Javier Paz desde Madrid
El 16 de diciembre de 2024 quedará grabado en la memoria de una expedición castellonense, que alcanzó por primera vez en la historia la cima del Ama Dablam, la montaña más hermosa del mundo, ubicada en el Himalaya a 6.812 metros de altura. “Hollar la cumbre y estar rodeado de las montañas más altas del planeta, contemplando una de las vistas más impresionantes del mundo, te da una sensación indescriptible; es el fin del esfuerzo y la alegría es abrumadora”, explica Carlos Pitarch, alpinista de Borriol y experimentado ‘ochomilista’, recién aterrizado y uno de los cuatro montañeros castellonenses en esta hazaña histórica.
Pitarch compartió esta aventura con José Manuel Zapata, originario del Grau y líder de la expedición; Manuel Renau, de Almassora, con más de 30 años de experiencia en montaña; y Manuel Castillo, alpinista y escalador de Villarreal. También participaron Óscar Cardo, albaceteño con gran experiencia, y Javier Paz, madrileño. De los seis miembros, cinco lograron hacer cumbre. Zapata, debido a una mala aclimatación y el agotamiento, se quedó a solo unos metros de la cima, renunciando cuando se encontraba a más de 6.600 metros. A pesar de ello, Pitarch destaca que formaron un gran equipo, y la excelente logística de Zapata permitió que cinco de ellos alcanzaran la cumbre de esta desafiante montaña.
El reto ha sido de gran magnitud: “Una montaña muy alta, con el riesgo de hipoxia, escalada exigente, fuertes desniveles y caídas vertiginosas a la base; requiere concentración, especialmente en el descenso, donde cualquier error puede ser fatal. Además, subimos fuera de la temporada normal de ascenso, en invierno, lo que implicaba condiciones extremas”, explican. Aunque las temperaturas fueron extremadamente frías, destacan lo positivo: “Diciembre es un mes con pocas nevadas y menos afluencia de gente, lo que crea una atmósfera única, algo que buscamos. A pesar del frío de hasta -30°C, los vientos fuertes, típicos de esta montaña, nos respetaron. La aclimatación después de escalar el pico Lobuche (6.119 metros) nos permitió aprovechar la primera ventana de buen tiempo”.
El viento, otro obstáculo a sortear, fue menos intenso de lo esperado: “Ama Dablam es una montaña desprotegida, sin cumbres que la rodeen. Tuvimos suerte, pues el día que alcanzamos la cima, los vientos no superaron los 45 km/h”, agrega Pitarch.
La expedición duró 26 días, de los cuales 10 fueron dedicados a la aclimatación. Subieron dos montañas, el Kala Pattar (5.643 m) y el Pico Lobuche (6.119 m), para adaptar el cuerpo a la altitud. Después, se dirigieron al campo base del Ama Dablam (4.600 m), donde pasaron solo un día antes de continuar la ascensión. “Fue todo muy rápido gracias a la buena aclimatación y las condiciones meteorológicas favorables”, cuenta Pitarch.
A pesar de estar físicamente y técnicamente preparados después de meses de entrenamiento, los alpinistas recuerdan que en la montaña siempre hay factores fuera de su control. En uno de los rápeles, Manuel Castillo sufrió un percance con la cuerda, lo que pudo haber tenido consecuencias fatales, pero afortunadamente pudo corregir a tiempo y utilizar otra cuerda. “Nunca puedes bajar la guardia, siempre hay que estar alerta”, afirman.
El éxito de esta expedición marca un hito en la historia de los alpinistas castellonenses. La cima del Ama Dablam, cuyo nombre en nepalí significa «el collar de la madre y de la perla«, abre nuevas puertas a futuros retos. “Formamos un equipo muy sólido y compenetrado, y siempre tenemos nuevos sueños y montañas en mente. Una de ellas es el Alpamayo (5.947 m) en Perú, una montaña bellísima. Estamos muy emocionados por lo que vendrá”, concluyen.