Con la venia: ¿En verdad Castellón es una provincia Cenicienta?
Pues según el cansino recitativo de Los Quejones así es. Dicen estos plañideros que somos una colectividad más buena que el pan blanco, humilde cual florecilla silvestre, capaz de aguantar carros y carretas sin levantar la voz y -a pesar de tan buen comportamiento- la Generositat oficia de perversa madrastrona y, «siééémpre» nos escatima las alegrías de su bolsa para hacernos sentir cenicientosos.
En principio este lamento suena a hueco, porque dice que sufrimos un agravio pero no da los motivos. Un tal desprecio tendría base si fuéramos una patulea de vagonetas pedigüeños, desos tocatestes que viven a costa de los demás, sin dar un palo al agua. En este caso la Generositat tendría razones para apretarnos las tuercas más pudendas.
No obstante -en procura de información- ojearemos las estadísticas económicas. A ver que comparativas encontramos.
De acuerdo con los datos que amablemente nos chivan el Tío Gú y la Prima Wiki, en la Comunidad ocupamos el segundo puesto en renta per cápita, superando a Alicante por dosmiltressientos euritos. Y Valencia solo nos aventaja por milquiniypico, lo que no es tanta diferencia.
También en La Red, hemos descubierto que somos la primera provincia -del ranking nacional- en cuanto al peso económico de su industria respecto al PIB. Y esto mola mucho, sea lo que sea que signifique.
Otrosí, tenemos en marcha los cítricos, la industria de las manisetas, puertos varios en expansión, exportaciones, refinería, transportes, una hostelería que mejora a ojos vista, festivales a porrillo, abundantes veraneantes, e incluso un poco de turismo guiri. Y seguro que algo más se nos quedó en el tintero.
Y todo este tremendo faenazo, ¿entre cuantos lo hacemos? El PDF del Censo asegura que sólo pasamos un poco del medio millón de habitantes -el 11.79% de la población comunitaria- con una edad media de 44.54 años y una densidad promedio de 87.25 vivos por Km2.
Es decir, que el argumento de la vagancia provincial hace aguas. Tal vez seamos pocos, pero resultamos muy elásticos y -salvando las dificultades- producimos que da encanto.
Por tanto ahora empiezan las sospechas sobre las verdaderas motivaciones de los Quejones. Es el momento de preguntarse qué carajo se pretende con tanto lamento. ¿Se trata de dar penita para pedir favorcitos? ¿Es envidieta del inconcreto bebé guapo que -desde la cuna- caga zurullitos de oro molido y mea Millésimé de Ruinart? ¿O, como nos tememos, consiste en algo más infame aún?
En la próxima y última entrega desta serie, procuraremos desvelar la cara oculta de La Queja.
Pedidle al Yutús el vídeo de Aleksei Igudesman interpretando Si Señor. Y disfrutadlo.
Manolodíaz.