En el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, AMFAR quiere centrar la atención sobre el colectivo de las mujeres rurales españolas que tienen capacidades diferentes. Bajo estas tres premisas: ser mujer, rural y tener distintas capacidades, encontramos a un colectivo que padece una triple discriminación sociolaboral. Según datos del Comité Español de Representantes de...
En el Día Internacional de las Personas con Discapacidad, AMFAR quiere centrar la atención sobre el colectivo de las mujeres rurales españolas que tienen capacidades diferentes. Bajo estas tres premisas: ser mujer, rural y tener distintas capacidades, encontramos a un colectivo que padece una triple discriminación sociolaboral.
Según datos del Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad (CERMI), más de un millón de personas que reside en el mundo rural español cuenta con capacidades diferentes.
AMFAR quiere poner de manifiesto que las particularidades del entorno rural presenta serias dificultades para el correcto desarrollo de las personas con discapacidad debido al aislamiento, a las deficiencias en los servicios, carencias en la accesibilidad y en una acusada merma de oportunidades, lo que supone también poner las bases para incrementar los niveles de despoblación.
Si bien desde AMFAR venimos denunciando que en el mundo rural se agravan las desigualdades entre mujeres y hombres, esta brecha se acentúa mucho más cuando las mujeres rurales cuentan con capacidades diferentes, tanto si son de carácter físico, cognitivo o intelectual.
Desigualdades que se traducen en falta de oportunidades para acceder a la formación o al empleo, y por consiguiente, a una autonomía económica que ofrezca a estas mujeres una calidad de vida digna, adaptada a sus necesidades.
Desigualdades para su desarrollo personal, debido a que el hecho de vivir en un pueblo limita en muchos casos la autonomía y autoestima de las mujeres rurales con discapacidad por sufrir una sobreprotección que les impide ser ellas mismas, ignorando, incluso, sus esperanzas, gustos o voluntades.
Y desigualdades que, desgraciadamente, también se acentúan en la violencia de género. Una violencia que se hace mucho más silenciosa cuando las víctimas son mujeres rurales con discapacidad.
En este punto, entendemos que es primordial fomentar el asociacionismo de mujeres con discapacidad con el objetivo de defender sus necesidades e intereses, y que encuentren el lugar que les corresponde en todas las esferas de la vida de sus municipios, exactamente igual que el resto de mujeres y hombres.
AMFAR considera que las personas con discapacidad y sus familias deben ser consideradas como agentes clave en el proceso de transformación del medio rural hacia un entorno inclusivo, y muestra su apoyo a la iniciativa de crear una Estrategia Nacional de Desarrollo Rural Inclusivo con la mirada puesta en el colectivo femenino, que dé respuesta a las necesidades de mujeres y niñas rurales con discapacidad.
A día de hoy, las mujeres rurales con discapacidad son las más invisibles, las que sufren mayores índices de exclusión, pobreza y violencia.
Acabo resaltando la igualdad de oportunidades que aún no disfrutan las mujeres rurales españolas, poniendo el acento en colectivos más vulnerables como las que tienen capacidades diferentes y asumiendo el compromiso de nuestro trabajo y esfuerzo por alcanzar cuanto antes este derecho fundamental que recoge nuestra Carta Magna, la Constitución española y que AMFAR selló en el año 2014 con la firma de un Protocolo por el Emprendimiento Rural Femenino rubricado, entre otros, por el Comité Español de Representantes de Personas con Discapacidad de Castilla-La Mancha (CERMI) y la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y Exclusión Social (EAPN CLM).
Lola Merino Chacón
Presidenta Nacional de AMFAR
Federación de Mujeres y Familias del Ámbito Rural