Desembarcamos en las Cortes Valencianas con ilusión y humildad, con el encargo ciudadano de defender los valores y principios eternos y la defensa de España como la define el artículo 2 de la Constitución Española “Patria común e indivisible de los españoles” Las necesidades, cada vez más acuciantes, de una sociedad sostenida por los valores...
Desembarcamos en las Cortes Valencianas con ilusión y humildad, con el encargo ciudadano de defender los valores y principios eternos y la defensa de España como la define el artículo 2 de la Constitución Española “Patria común e indivisible de los españoles”
Las necesidades, cada vez más acuciantes, de una sociedad sostenida por los valores que nos condujeron a la redacción de los derechos humanos, a la configuración del derecho y al pensamiento filosófico, nos apelan a responder desde esa dinámica a los problemas de las personas, fundamentalmente su falta de libertad.
Los tres pilares de la creación de la Europa democrática, y que son su base fundamental, son Roma, con el derecho, Grecia, con la filosofía y Jerusalén, con el cristianismo (y sus valores judeocristianos). La historia nos ha demostrado que cualquier otra construcción ha sido un mar de calamidades, falta de libertades y derechos y, en definitiva, sociedades autoritarias.
Las carencias de la sociedad actual son consecuencia del abandono de los más altos principios y valores sociales, basados en la libertad individual de la persona. El abandono de la visión del derecho como algo más que una norma positiva, impuesta por el poder político, norma que en multitud de ocasiones no responde a las exigencias de un verdadero Estado de Derecho, y tampoco responde a las necesidades del pueblo, verdadero titular de la voluntad popular que les otorga legitimidad.
Es fundamental la reconstrucción de la sociedad basada en el respeto a los derechos humanos y constitucionales, de ahí que el artículo 1 de la Constitución recobre más que nunca un significado real cuando afirma que España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.
Los acontecimientos que estamos viendo en España, con la persecución de las ideas políticas contrarias a la izquierda, no únicamente con VOX, aunque especialmente significativo con nuestras siglas, sino también con otros candidatos no responden al respeto al pluralismo político,
Del mismo modo, la libertad, la justicia y la igualdad han sufrido un deterioro de tal calibre que, para cierta parte de la sociedad, solo es aplicable si responde a sus intereses personales y políticos, siendo que el resto de ciudadanos, especialmente VOX, no puede hacer valer su derecho a la libertad, a la justicia o a la igualdad.
Y esto sucede por el abandono del fundamento de la Ley, como decía Montesquieu en su obra El espíritu de las leyes “las Leyes en su más amplia significación son las relaciones necesarias que se derivan de la naturaleza de las cosas. En este sentido, todos los seres tienen sus leyes: las tiene la divinidad, el mundo material, las inteligencias superiores al hombre, los animales y el hombre mismo” por ello sostiene que “las leyes son las relaciones que existen entre esa razón originaria y los distintos seres”.
De ahí que el respeto a las ideas políticas fundamentadas en esos valores y principios, como lo son, especialmente, las de VOX, no únicamente deben ser objeto de respeto por el resto del mundo político y de la sociedad, sino que deberían ser compartidas en su gran mayoría, ya que VOX defiende aquella construcción social que nos condujo a las sociedades democráticas, al respeto a las libertades y derechos, y en esencia a la redacción de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
David Muñoz Pérez
Diputado de VOX en las Cortes Valencianas