¿Lo que importa a quiénes?
La respuesta es fácil: a los poderosos con afán casi patológico de aumentar su poder. Y que no se le olvide a nadie, en especial a los trabajadores, que el poderoso aumenta su poder y su bolsillo a costa de que disminuya el de los más vulnerables. Al inicio del movimiento nazi, muchos judíos que comulgaban con esas políticas apoyaron a los que después fueron sus verdugos.
¿Importa que una persona transgénero que era un hombre pueda competir en competiciones femeninas o importa que se siga enseñando a los niños tolerancia para respetar a los que se aman, sean del género que sean, sin considerarlos enfermos o anormales (como hacían los nazis)?
¿Importa potenciar una industrialización desordenada, corta de miras e irrespetuosa con el medioambiente o importa que las empresas adopten medidas de responsabilidad social con el entorno para hacer sostenible el progreso?
¿Importa que las multinacionales aumenten todavía más sus pingües beneficios mientras los trabajadores tienen contratos basura o importa que contribuyan con una pequeña parte de sus beneficios al bienestar general de los más necesitados? (cuando hubo que salvar a los bancos, fue con el dinero de todos).
¿Importa que se hagan políticas de gestión del agua cortoplacistas mientras se niega, de forma esperpéntica, la evidencia científica del calentamiento global y sus graves consecuencias que ya afectan a nuestra vida o importa que se siga la agenda 2030 con las medidas internacionales necesarias para prevenir (o al menos paliar) el desastre?
¿Importa que un 0.06% de las viviendas se okupen (y en muchas menos se formule denuncia) o importa que se solucione el abusivo precio de la vivienda y que se frene el incremento de los alquileres fruto de la especulación y de políticas que no persiguen otro objetivo que el dinero, para que los jóvenes puedan acceder a un derecho constitucional?
¿Importa negar la existencia de la violencia machista (con más de 30.000 mujeres al año víctimas de esa violencia) o importa que se eduque a la sociedad desde la escuela en igualdad entre géneros y se invierta en organismos y recursos para proteger a las mujeres?
¿Importa que un torero metido a político apoye una fiesta en la que se engaña, se tortura y se mata a animales inocentes e indefensos sin otro objetivo que divertirse o importa que se defienda la verdadera cultura en lugar de censurarla?
¿Importa quitar las banderas arcoíris de los balcones y que dos mujeres no se puedan besar en una película o importa no perder la libertad de expresión y la libertad de elección que tanto ha costado conseguir?
¿Importa atribuir a los migrantes la tasa de delincuencia en España, que es de las más bajas de Europa, por debajo de Alemania o Reino Unido, o importa solidarizarse con los que viven en la hambruna y en la guerra, con una política migratoria ordenada que traiga la mano de obra que necesita Europa para paliar la falta de trabajadores en muchas tareas en las que escasea la mano de obra europea?
¿Importa imponer de nuevo el castellano como lengua única en España y agredir al resto de lenguas españolas o importa ser respetuosos con otros colectivos, también españoles, cuya lengua y costumbres son otras distintas al castellano?
¿Importa potenciar el odio a la diversidad de España y provocar de nuevo crispación social o importa continuar con políticas moderadas, dentro de la Constitución, que han apaciguado como nunca antes los ánimos segregacionistas?
¿Importa volver a los tiempos de la censura, propia de regímenes autocráticos, o importa defender la diversidad cultural y diversidad de pensamiento propias del siglo XXI?
¿Importa que los presidentes de cualquier partido usen un avión oficial (todos lo han usado) o importa que haya desplazamientos gratuitos en trenes para muchos españoles, medida que yo no recuerdo que nunca antes haya existido?
¿Importa debilitar la educación pública y la sanidad pública para que la gente no tenga más remedio (los que puedan) que usar la privada o importa que cualquiera con interés y capacidad, sea de la clase social que sea, pueda acceder a educación gratuita y que cualquier persona pueda vivir aunque necesite una operación quirúrgica carísima?
¿Importa ahorrar en gasto público eliminando las subvenciones a ONGs o sindicatos que trabajan en beneficio de los necesitados o importa apoyar a estos colectivos y que el ahorro venga de eliminar la corrupción y los derroches aberrantes?
¿Importa que haya pactos para gobernar como sea, aunque signifique claudicar a políticas propias retrógradas de otro siglo o importa defender una línea política que iguale las clases sociales en busca de una calidad de vida más digna para la mayoría?
En mi anterior artículo hablé de las técnicas de manipulación del poder. Una de ellas es la de mentir y mentir, que algo queda. Otra es la de enfocarse en lo poco importante y con poco impacto en la economía o en la sociedad, pero llamativo, para eclipsar lo realmente importante y que tiene una trascendencia grande en el bienestar social.
Lo que importa es un concepto subjetivo que depende absolutamente de una escala de valores. Tal vez deberíamos pensar en lo que realmente importa y no en lo que algunos, con esas técnicas manipulativas, dicen que importa. Recordemos, de nuevo, que así empezó el nazismo, confundiendo lo que realmente importa.
Vicent Gascó
Escritor y docente.