Con la venia: me has felicitado el cumpleaños.
Lo hiciste unos pocos días más tarde de la fecha, para que tu mensaje se destaque y no hayan dudas. Es decir; que ya estás de camino.
Seguro estoy de que vienes, porque no más leer tu gemilio he vuelto a los Narcorridos.
Mira como será la fiebre mía, que esta mañana le preparaba el desayuno a la Madre y canturreaba Jefe de Jefes.
Luego, cuando le fregaba la bandeja, el tazón, el plato y la cucharilla, estaba silbando Cruz de Marigüana.
Al rato, mientras tendía su cama -con los picos de la colcha en escudete- me canté enterita Camelia la Tejana. Y en este punto fuí otra vez Emilio Varela, sonaron siete balazos, y me matáste mucho. Del dinero y de Camelia nunca más se supo nada.
Ahorita mismo, en la guardia de la tarde -mientras la Madre sestea- estoy recordando porqué cambiamos la letra de Carabina 30.30.
Todo fue que acordamos que el prota del corrido era un puro collón y nunca llegaba a la trinchera.
Estábamos tan hartitos del «me voy a marchar» que nos chupamos unas chelas y empezamos a escribir pa mandarlo al frente de una vez, a ver si le partían la madre y se callaba. Y la verdad es que la versión nos quedó brava de estrofa y coda:
Ya se acabó el tiempo de la humillación.
Se acabó el cobarde silencio diario.
Ahora estoy cantando a la revolución.
Ahora está cantando un revolucionario.
Con mi 30.30 he venido a peliar
poniendo mi vida con la rebelión.
Si mi sangre falta mi sangre la doy
por las libertades de nuestra Nación.
Acabada la guardia de hoy me llegaré al taller, y me saltará a las manos aquella cara camisola que me regalaste; la XXL oficial del Chapo Guzmán.
La que te ponías y te quitabas, tarareando El Degüello mientras tanto. La que hacías ondear a carcajadas después de ahogarme con besos de obsidiana y salivas de seda.
Esta noche sacaré de su rincón cierta mediada botella y la copa que no rompiste. Y beberé por ti, y por tu regreso.
Aunque se me hace que ambos saldremos raspaos deste jaripeo -que se anuncia sin pretales- quiero que sepas que tu guitarra y yo ya te esperamos.
No te tardes, Doña, y no olvides traerte bacanora.
En tanto llega escucharemos Salón México, que le gustaba mucho a María.
Manolodíaz.