En su larga comparecencia en las Cortes Valencianas no hubo autocrítica y escurrió el bulto echando la culpa de todo al Gobierno de España.
Aunque todavía no lo sabe, Carlos Mazón es un cadáver andante, tal vez un zombi, que no termina de ver la realidad que lo envuelve. Como ocurre en las situaciones especialmente complicadas, el actor más perjudicado acaba siendo el último en enterarse de lo que le sucede.
Y lo que le pasa al nada honorable president es muy grave; ya no es percibido como un líder, sino como un pelele, un idiota, un engreído sin fundamento y corto de entendimiento, que carece de instrucción política y de la vida.
Él mismo se encargó de mostrarlo el 29 de octubre al darse a la fuga durante varias horas, dejando abandonado a su pueblo cuando más lo necesitaba, cuando se esperaba que el primero de los valencianos estuviera en el puente de mando tomando decisiones y protegiendo a la población.
Y lo confirmó el viernes durante su comparecencia en las Cortes Valencianas, donde pronunció un interminable y abracadabrante discurso repleto de datos inexactos y falsos, salpimentado con sonrojantes interpretaciones, altamente creativas e interesadas.
Carlos Mazón es una ‘oda a la mentira’ que desmiente todo el mundo y proyecta la imagen de un boxeador sonado falto de empatía que está a punto de dar con sus huesos sobre la lona y perder por KO
Me cuesta reconocer a quien hace apenas tres semanas tenía la dignidad de presidente de la Generalitat Valenciana porque la imagen que ahora evoca en mi cerebro es la de un boxeador sonado en los momentos previos a caer sobre la lona. Un púgil tambaleante con una nariz descomunal, mayor que la del mítico Pinocho.
Mazón es una oda a la mentira, un ser exento de empatía e incapaz de pedir perdón de forma convincente y no impostada. Llamó la atención que no fueran creíbles ni sus argumentos, ni sus disculpas. Y después de, al menos, 219 muertos, cuesta asimilar su frialdad, distancia y falta de emoción.
Pretendió escurrir el bulto escudándose en un inexistente apagón informativo del que culpa a la Agencia Estatal de Meteorología, la Confederación Hidrográfica del Júcar y el Gobierno de España en su conjunto. Pero rápidamente fue desmentido por los datos, los hechos, el lamentable tono que empleó y los portavoces y gabinetes de comunicación de los organismos señalados.
El alicantino está tan muerto que no lo salva ni Feijóo con el intento de abortar el nombramiento de Teresa Ribera como vicepresidenta ejecutiva de la UE. Una operación que daña la imagen de nuestro país, con la que queda de manifiesto que el PP siempre antepone sus intereses a los de España.
Mientras aparecen voces que ponen en duda la comida con Maribel Vilaplana, el presidente de la Generalitat Valenciana no explicó dónde, con quién y por qué estuvo el 29 de octubre cuando más arreciaba la lluvia
Mazón resultó burdo, torpe y cobarde pero quiso seducir a la ciudadanía anunciando un plan de reconstrucción que pretende que costee el Gobierno de España. Se ve que las arcas autonómicas están vacías después de tanta bajada de impuestos a los ricos y tanto apoyo económico a las entidades taurinas.
De lo que no quiso hablar fue de su misteriosa desaparición del 29 de octubre. No explicó ni dónde, ni con quien estuvo, ni por qué. Hizo mutis por el foro cuando algunas voces sugieren que lo de la comida con la periodista Maribel Vilaplana podría ser otro cuento chino de Mazón.
El todavía presidente huele a muerto que tira para atrás y su caída es solo cuestión de tiempo. En el PP lo sabe todo el mundo, hasta la presidenta provincial de Castellón y de la Diputación, Marta Barrachina, quien no creo que ose nuevamente a pelotear y defender al finado. Lo hizo el sábado en X y recibió una tunda espectacular. Le dijeron de todo.
Rafa García. Periodista
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