Con la venia: ¡Ojalá me equivoque!
Aunque la maldita segunda DANA no haya producido más muertos, está ampliando mucho el territorio dañado.
Y cuando remita, dejará centenares de miles de personas -de Tarragona hasta Huelva- que no dormirán con una mínima calma, ya que sus vidas quedaron en precario.
Para recuperarse dello necesitarán mucha ayuda estatal y habrá que prestársela, porque cuando todo iba bien estos ciudadanos pagaban impuestos y ahora, cuando vienen mal dadas, no se debe dejarlos desamparados.
Pero esto supone un gravísimo problema de gestión. Y cuando al Estado le cae una patata tan caliente entre las manos, tras las primeras y campanudas declaraciones, el Estado procura quitarle hierro al asunto.
Me malicio que es por eso que ya aparecieron los voceros de parte, los pseudofiscales, los que sin respeto, ni serenidad, ni prudencia, barren para donde le interesa al Jefe de su Secta, y nos procuran inflamar el ánimo con iras impostadas, desviando la atención que merecen las víctimas.
Son los primeros movimientos para implantar una cierta indiferencia. Ya lo hemos visto en otras ocasiones.
Es verdad que esta vez, al ser tantos los afectados, a los Ungidos les será más difícil hacerse el longuis, pero por eso precisamente empezaron tan pronto la barahúnda.
Dentro de un mes solo escucharemos una sobrecontrainformación, de la cual los de a pie no podremos sacar nada en claro y, como siempre, acabaremos tirándonos piedras entre nosotros.
Y así, todo el mal sufrido por los ciudadanos se irá empalideciendo, postergando, olvidando.
Me temo que dentro de tres años, como tantas otras veces, leeremos un suelto de prensa en el que -por ejemplo- se diga que aún no se han cobrado las ayudas, porque hay problemas con las Asfecdas (Asociaciones de Afectados por las DANAS) ya que la Justicia no admite la reclamación conjunta, sino que ha de ser caso a caso.
Y cuando leamos tal noticia nos preguntaremos: ¿No se habían anunciado diesisietemiloshosientos y medio millones de billones de ayuda inmediata y directa?
Naturalmente que se hizo tal promesa. Pero prometer no es dar trigo, y para que este llegue a la cocina hay que cumplir unas condiciones por parte del receptor.
Digamos con un poco de sorna, que las primeras sine qua non serán -más o menos- que para recibir el primer eurito habrás de ser moreno zaino o rubio terciao, no medir menos de 158 centímetros, estar empadronao en una pedanía, ser mayor de la edad que determine el Ministerio, y menor de la que decida tu Comunidad.
También se consultará en los archivos si votaste en las cinco últimas elecciones, para no enriquecer con fondos públicos a un nihilista filisteo tardoácrata, que hasta ahí podríamos llegar con la riada.
Esto para empezar. Luego deberás desrriñonarte saltando unas cuantas vallas más, como es burocrática costumbre. ¿Te suena?
Vale, que sí, que os he dejado unas pocas metáforas irónicas, pero no me he pasao mucho. Estoy seguro de que algunos habéis sufrido esta pista americana con fuego real.
Pero lo que viene a continuación no es ninguna figura literaria. Y bien que lo siento.
Suponiendo que a pesar de las trabas anteriores resultes beneficiario, cuenta que se escrutará tu relación con la Seguridad Social, y en caso de tener alguna deuda con ella, se te descontará el monto y el recargo, minorando lo que te haya correspondido.
Ítem más: como los dineros de la ayuda suponen un incremento de patrimonio, la rapaz y voraz Agencia Tributaria te va a meter el cuerno con todas las trayectorias que sea capaz. Y aunque reclames y ganes el pleito, de momento te quedarás en las bayetas. Quedas avisado.
Resumiendo: cuando ocurren estas mierdas se diluye la realidad, y los necesitados se convierten en desesperanzados porque ven que no hay tiempo para ellos, y no llega el dinerario prometido.
Por eso esta vez -y para siempre- hay que exigir que cada puñetero euro sea finalista, con una ruta clara y un destino útil, sin quedarse pegado en bolsillos culpables, y sin que la partida sea retocada a favor de lo que una semana cualquiera convenga a los Ungidos.
Amén.
Manolodíaz.