Morir de éxito

Morir de éxito

Morir de éxito o vivir del fracaso, difícil elección. Y tú, ¿con cuál te quedas?

 

Morir de éxito o vivir del fracaso, ¿con cuál te quedas? Hummm, difícil elección, ¿no?

Bueno, yo voy a hablar del éxito. Éxito de una serie que se pone de moda; de un actor o una actriz que sale en todos los medios; de un bar que, sin saber por qué, acoge una cantidad de gente superior a lo que lo ha hecho en veinte años de existencia; éxito de cualquier lugar del mapa que, por pequeño que sea, parece obedecer a una corriente de agua que ondeara uniformemente hospedando a mareas y mareas de gente.

Podríamos echarle la culpa a la globalización, a lo inmediato de la información de la que disponemos, a no sentirnos excluidos y no poder opinar de algo que está en el “candelabro”, como dijo una, o a lo que sea. Lo cierto es que no hay una explicación única del porqué algo o alguien triunfa en un momento determinado.

Pongamos que hablo del turismo, así, por ejemplo. Somos un país que hemos apostado casi toda nuestra artillería a vendernos como destino vacacional, y no está mal; pero eso nos lleva a que en las grandes ciudades constantemente parezca que sean vacaciones: fines de semana que solo son fines de semana (quiero decir, que no son puente, ni festivo, ni finde largo), y vas por las calles oyendo acentos de diferentes nacionalidades y autonomías; comercios abiertos con unos horarios imposibles; opciones de ocio a cualquier hora del día y de la noche… En el caso de Madrid, en este pasado megapuente de la Constitución, se activó la alerta negra: refleja una saturación excepcional en áreas como el transporte y los espacios públicos, lo que incluye desde despliegue de fuerzas y cuerpos de seguridad (esta frase me encanta, jaja) hasta cierre de algunas estaciones de Metro o cortes en algunas carreteras (esto ya me gusta menos).

Claro, estás de turista en un sitio y te gusta encontrar los baretos abiertos, las tiendas, que haya jaleíllo por la calle…

He salido fuera de España en estos días, y lo que me he encontrado ha sido totalmente diferente: de por sí, donde he estado es uno de los países con mejores horarios de Europa; horarios que se cumplen escrupulosamente, y si se cierra a las 14:00 horas, se cierra a las 14:00 horas. Punto. Pueblitos impecables, preciosos, turísticos, de esos que aparecen en muchas guías, peeeero (siempre lo hay), vacíos; solo grupos (mayormente de españoles) casi vagando por las calles buscando algo que hacer. Bueno, es una forma de preservar el patrimonio cultural.

Yo ya no tengo nada más que añadir, que cada uno saque sus conclusiones.

Elena Rodríguez
Docente discente