Muerte y transfiguración, la genial y célebre composición de Richard Strauss, abrió el penúltimo concierto de temporada, que ofreció la Banda Municipal de Música de Castellón, la mañana ayer domingo en el Auditorio y Palacio de Congresos
Muerte y transfiguración, la genial y célebre composición de Richard Strauss, abrió el penúltimo concierto de temporada, que ofreció la Banda Municipal de Música de Castellón, la mañana ayer domingo en el Auditorio y Palacio de Congresos
El concierto que la Banda Municipal presentó como “Vides viscudes”, incluía en el programa “The Rise of the Phoenix”, del compositor de Enguera, Teo Aparicio Barberán, inspirada en la capacidad de renacer permanente de cada uno de nosotros a través de episodios personales, tal como explica la propia Banda en redes sociales, así sea mediante la muerte, para alcanzar la vida eterna, transfiguración a la que se refiere Strauss, que se produce después del último suspiro.
Un concierto serio, con obras de empaque, dirigido por el subdirector, anterior director de la Banda, José Vicente Ramón Segarra, que culminó con un canto a la vida mediante la interpretación, fuera de programa, del pasodoble flamenco “Vito”.
El próximo concierto, y último de temporada, se anuncia como “Fins sempre”, y el programa incluye la “Misa solemne” de Bruckner.
Hasta aquí todo parece correcto, pero teniendo en cuenta los antecedentes de la Banda del Ayuntamiento de Castellón, y que el actual director ha solicitado una excedencia, cabe preguntarse quién es ahora el muerto.
Según las pesquisas realizadas por este diario, se ha podido constatar que el Ayuntamiento de Castellón no cubre las plazas vacantes de los músicos que se producen por bajas médicas y por jubilaciones que, por otra parte, ya se amortizan; eso sí, en algunos de los conciertos, alumnos del Conservatorio Superior de Música de Castellón, so pretexto de realizar prácticas, cubren puestos de trabajo de funcionarios, con asignación de tareas específicas que corresponden a músicos ausentes; también ha desaparecido la secretaria que pusieron al servicio del flamante director llegado de tierras del norte; además, el Ayuntamiento no paga el complemento específico comprometido con los músicos; se ha esfumado la asignación prevista para compra y reparación instrumentos, para material fungible, y para actuaciones de solistas previstas para 2021; la Banda al completo no tiene donde ensayar, porque el local no cumple los requisitos marcados por prevención con motivo de la pandemia; han desaparecido los conciertos para escolares, las cabalgatas de reyes, los conciertos de Navidad, los villancicos en la Plaza Mayor… la Banda ha desaparecido de las calles, de los barrios… y el público ha desaparecido de los conciertos.
Según filtraciones del propio director a los músicos de la Banda, “el Ayuntamiento, durante la pandemia, ya se ha dado cuenta de para qué sirve la Banda y, si los músicos no tienen donde ensayar, que teletrabajen”.
En estos momentos, cada uno de los servicios que la Banda Municipal presta a la ciudadanía tiene un coste superior a los 80.000 € y las personas que suelen acudir a escucharla, no superan la cincuentena.
Efectivamente, la banda está agonizando, pero que no le achaquen todos sus males a la pandemia. La Banda está muriendo por asedio, por inanición; por la mala gestión y la opacidad de un “gobierno de cristal” que “apoya la cultura”, y por el éxito de la “operación estrella” que trajo a un director sin brillo, que ni está, ni se le espera.
Solo queda la transfiguración.