Carta del Obispo de Segorbe-Castellón, Mons. Casimiro López Llorente, del domingo 23 de febrero y que dedica al inicio de la Cuaresma, que comienza con el Miércoles de ceniza esta semana que viene.
La Cuaresma
Con la imposición de la ceniza iniciamos el próximo miércoles la Cuaresma. Es éste un tiempo de gracia y de salvación. “Ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la Salvación” (2 Cor 6,2). Dios nos concede un tiempo propicio para prepararnos a la celebración gozosa de la Pascua del Señor. El misterio de la muerte y resurrección de Jesús es el fundamento de la vida cristiana personal y comunitaria. La Pascua no es un acontecimiento del pasado sino que permanece siempre actual por la fuerza del Espíritu Santo.
La Cuaresma nos ofrece a los bautizados la oportunidad de renovar nuestro bautismo, por el que fuimos insertados en el misterio pascual. Este tiempo nos llama a renovar nuestra fe y vida cristiana, a avivar nuestro amor a Dios y a los hermanos por la oración, el ayuno y las obras de caridad y a fortalecer nuestra fidelidad a Jesús y al Evangelio.
La Palabra de Dios nos exhorta a ponernos en camino hacia la Pascua con una vida renovada, es decir convertida a Dios y reconciliada con Él y con los hermanos. “Convertíos a mí de todo corazón” (Joel 2, 12). Convertirse es volver el corazón a Dios con ánimo firme y sincero. Para ello hemos de escuchar de nuevo y acoger con fe la Buena Noticia de la muerte y resurrección del Señor. Dios nos ama a cada uno y nos ha mostrado su amor personal e inmenso en la muerte y resurrección de Jesucristo, que se entregó hasta la muerte por amor a cada uno de nosotros. Él está vivo y nos ofrece su salvación, su vida y su amistad. Él nos indica el camino para alcanzar nuestra plenitud y nuestra salvación.
Dios nos quiere llevar a la comunión de vida consigo y no cesa de salir a nuestro encuentro. Ya en lo más íntimo de cada persona, en nuestra conciencia, resuena su voz. Dios nos habla y nos invita a escuchar su Palabra y adherirnos a ella, para dejarnos guiar por Él como llevados de la mano. Nos podemos fiar de Dios al igual que un niño se abandona en los brazos de su madre y se deja llevar por ella.
Puede que nos resistamos a Dios y nos cerremos a su voz y a su amor. El apóstol Pablo nos dice: “En nombre de Cristo os pido que os reconciliéis con Dios” (2 Cor 5,20). Contemplemos de nuevo el Misterio pascual; por él nos llega la misericordia de Dios. El Señor sigue con los brazos abiertos en la cruz y nos ofrece su perdón. En medio de tanto ruido hagamos silencio en nuestro interior y escuchemos la voz de Dios, que es sutil, sabia y amorosa. Dios nos ofrece un año más un tiempo favorable, tiempo de gracia y de salvación.
XCasimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón