Poco ambiente de fiesta mariana se respira en la ciudad ante las celebraciones del centenario de la coronación canónica y pontificia de la Mare de Déu del Lledó.
A escasos días de la llegada al casco urbano de la ciudad de la imagen milagrosa de la Mare de Deú del Lledó para celebrar con nosotros el centenario de su coronación canónica y pontificia muy poco ambiente de fiesta mariana se respira en la ciudad.
No hay ni unas tristes banderolas en las farolas como las de Semana Santa, que fueron todo un éxito, ni tampoco los tradicionales reposteros en los balcones. Lo que es una efeméride histórica por su importancia y oportunidad de refrendar la veneración y devoción a la ciudad puede convertirse en solamente un conjunto de actos sin apenas repercusión ciudadana.
Previsible y predecible, a tenor de la programación anunciada (más de 130 actos), y que, pese al elevado número, serán más de consumo interno de escasa popularidad que una verdadera entrega de Castellón recordando la gran gesta, que lo fue, de la coronación en la plaza de la Independencia hace diez décadas, cuando aquella ‘vila’ labradora y menestral, con apenas 30.000 habitantes, comprendió y entendió perfectamente, qué significaba consagrarse a la Virgen María bajo la advocación de Lidón con una corona plateada como expresión popular de un patronazgo que se venía gestando desde hace tiempo y, para ello la práctica totalidad de las calles se adornaron y los vecinos mostraron una devoción sin límites.
Cien años después, con una ciudad de cerca de 200.000 habitantes, una sociedad más desacralizada y secularizada, el mensaje mariano es más difuso en un Castellón multicultural y globalizado. Sin embargo, desde los poderes públicos se podía haber hecho un esfuerzo más grande de captación y recuerdo social a la Mara de Déu del Lledó en un fenómeno de devoción que trasciende lo puramente religioso.
A diferencia de hace 25 años, cuando se celebró el 75º aniversario de la Coronación con un magno programa de calidad extrema con un ‘Cantate Mariae’ que trajo a Castellón lo mejor de la música a nivel internacional, para el centenario todo es más sencillo y humilde (no sabemos si es que se ha querido así), aunque en el Grao (el barrio más lledonero) el fervor se desbordará ante la patrona como solo los graueros saben hacerlo.
Junto a la visita a las parroquias y otros centros religiosos de obligado cumplimiento y vocación pastoral, una pléyade de conferencias (la de Carlos Feliu, muy interesante), exposición y conciertos (el de Hakuna es de agradecer) completan un rosario de homenajes y exaltación a la patrona en la que de nuevo el Ayuntamiento ha mostrado su atávica cicatería y su dificultad para extraer del presupuesto municipal un dinero para alabar como se merece a la Virgen por mucho clavariato y título de Perot que ostente, y eso que la actual corporación es mucho más sensible al hecho religioso frente a la anterior, que era claramente anticlerical.
Falta algún acto potente como la actuación de alguna buena orquesta sinfónica o coros de nivel internacional, o una Misa de la Coronación de Mozart, y que hubiera sido un buen legado en las celebraciones jubilares de la patrona de Castellón. Ni la paella popular programada en Huerto Sogueros ni el esperado acto institucional de la Farola el 4 de mayo (que también podría haber sido declarado fiesta local, síntoma más del despiste) salvarán unos actos que muy poco movilizarán a la sociedad castellonense que, presumo, estará de espaldas a las celebraciones del centenario. Pobre centenario.
Vicente Cornelles Castelló
Escritor y periodista