El municipio vuelve por un fin de semana a su Belle Époque, con una completa programación.
Una vez más, viajaremos en el tiempo para rememorar los alegres años de la Belle Époque, en esta edición, centrada en homenajear a lo que solía ser la joya de Benicàssim: «la uva moscatel», y por supuesto, a su comunidad, los auténticos protagonistas de esta historia.
Los primeros años del siglo XX marcaron la época dorada del moscatel de Benicàssim. La temporada de la vendimia se prolongaba hasta octubre y requería la participación de alrededor de 1.000 recolectores: los hombres se encargaban de cortar las uvas, los niños transportaban los cestos llenos, y las mujeres limpiaban los racimos bajo la sombra de improvisados toldos.
Al concluir la temporada, los comerciantes ofrecían un convite que incluía, por lo general, un poco de licor, principalmente aguardiente. Además, se celebraba una comida en plenas calles y en cada mesa se encontraba un trozo de pan y un cántaro de agua fresca. Este evento era conocido popularmente como la «fiesta de la vendimia» y marcaba el inicio de la venta del moscatel.
