Parafraseando al mítico entrenador de fútbol holandés Louis van Gaal, habrá que empezar a buscar el lado positivo de las cosas para no caer en el cabreo continuado al que la actualidad te dirige. Hemos sabido que por fin alguien ve más allá de su narices y ha previsto que en el Mesón del Vino...
Parafraseando al mítico entrenador de fútbol holandés Louis van Gaal, habrá que empezar a buscar el lado positivo de las cosas para no caer en el cabreo continuado al que la actualidad te dirige.
Hemos sabido que por fin alguien ve más allá de su narices y ha previsto que en el Mesón del Vino de estas próximas fiestas fundacionales haya comida, degustaciones gastronómicas, al parecer, de mariscos y chacinas. Ya era hora de que nos levantaran el castigo de beber vino acompañado exclusivamente de cacahuetes rancios y longanizas secas.
Beber buen vino es uno de los mayores placeres que los españoles nos podemos permitir, en el resto de Europa beber vino, aunque sea malo de solemnidad, está reservado a los ricos.
Pero para disfrutar de los caldos que tan generosamente ofrecen nuestras tierras es necesario acompañarlos de algo, si también es de primera calidad mejor, que llevarse a la boca.
Para que la satisfacción sea completa solo falta que también alguien se baje del burro y deje de servir vino en vaso de plástico y caliente. El vino tinto debe degustarse a 16°, el rosado a 10° y el blanco a 5°. No lo digo yo, lo dicen los sommeliers más prestigiosos del mundo y todos los enólogos que conozco. Además debe ser servido en copa de cristal adecuada que permita introducir la nariz y captar sus aromas.
Ya, ya sé. Me van a decir que en fiestas es imposible. Pues no. Si los expositores y bodegueros no pueden asumir el coste, debieran poner, en la entrada del Mesón del Vino, una caseta donde se despachen copas de cristal que después, a la salida, puedan ser devueltas abonándote el precio que has pagado por ella menos uno o dos euros por su uso. Así de fácil. Vino, a su temperatura y en cristal, acompañado de degustación gastronómica. Eso sí sería un Mesón del Vino y no la barraca de vino caliente y plástico a la que nos tienen acostumbrados.
Habrá que mirar también el lado positivo, en este caso para el PSPV-PSOE, del “fichaje” de un “crack” como Carlos Laguna que ayer anunciaba su retirada de lo que ha sido su pasión durante años para dedicarse a la política desde las filas socialistas. Desearle lo mejor, por supuesto, a nuestro buen amigo Carlos aunque no podemos pasar por alto que el mundo de las personas discapacitadas y de los dependientes pierde un baluarte irreparable e inigualable. Si consigue hacer a los valencianos, desde la política, la mitad del bien que ha hecho a las personas discapacitadas de nuestra Comunidad el cambio habrá merecido la pena.
También tenemos a la vuelta de la esquina una feria taurina de cierto nivel y conciertos de figuras de primera fila de nuestra música. Aunque sea pagando ya es hora de que empecemos a sacar la cabeza del miedo de la crisis y recuperemos un poco la alegría que esta ciudad ha perdido.