Anoche el número de cadáveres pasaba de 150.
Esta mañana son más de 200.
Y conforme avancen los trabajos de rescate aumentará la cifra. Mal que nos pese.
Dejadnos ahora que -hartos de asombro y de dolor- recojamos a nuestros muertos y les demos el respeto que merecen.
No interrumpáis nuestros lutos privados, ni nuestras lágrimas íntimas con vuestros duelos públicos.
Ayudadnos a sobrellevar a nuestra pena con alimentos, abrigo, medicinas, consuelo y respeto.
Dadnos, en silencio, el apoyo que necesitamos después de la catástrofe.
Tiempo tendréis para convertir estas muertes en munición política, para usar el cómputo de víctimas en campanudos debates condenando gestiones torpes, exigiendo responsabilidades, lanzando culpas, solicitando reparaciones, defenestrando a quien se deje, cesando a quien se pueda.
Pero ahora escuchad y entended: cuando venga otra DANA (que vendrá) no queremos que nos haya faltado una pedagogía comprensible sobre la importancia de los avisos, ni que primen las envidietas departamentales.
Queremos unos equipos con nombres y caras que irrumpan en todas las pantallas hablando claro, sin rodeos, remachando -a tiempo- los peligros que nos amenazan, y las acciones preventivas que nos pueden salvar.
Para que la angustia, el desamparo, y el terror que sufrieron las víctimas no se repitan en nadie.
Para que no tengamos que llorar tantas muertes que fueron evitables.
Manolodíaz.