Los que nos creemos, los que nos crean, los que están, los que seguirán y los que vendrán.
Pues no hace falta pensar mucho en las épocas en las que estamos para adivinar que uno de los principales tópicos que tenemos es, precisamente, el de las fiestas de Navidad. No voy a meterme en el sentido tradicional de estas fechas, que ideologías hay muchas y yo las respeto. Lo que quiero es reflexionar sobre todo lo que nos envuelve estos días.
Por ejemplo, que haya que comer y cenar como si no fuera a haber un mañana. No pondría la mano en el fuego asegurando que la totalidad de los celebrantes, con los entrantes y picoteos ya vamos servidos: decir tooodos y tooodas es mucho decir; pero sí es cierto que una inmensa mayoría de la población, por lo menos española, comemos de más. Y en todas las casas, cada año el mismo comentario: “si es que hay mucha comida, siempre nos pasa igual”. Pero el año siguiente, ya caemos en eso otra vez. Y no solo una, sino al menos en dos ocasiones (cena y comida y pasada una semana ídem), sin contar a los vecinos y vecinas de Comunidad, que celebran también el día después de Navidad.
Somos un país de darlo todo, e igual que nos comemos hasta las uñas en estas fechas tan señaladas, salimos de fiesta. ¿Cuándo? Pues una semana después de habernos puesto hasta las trancas en Nochebuena y días posteriores. Hay que pasárselo bien la última noche del calendario a toda costa. Que está muy bien, de verdad, me encanta. Pero es que, que se haya institucionalizado así, no sé, parece que no haya más remedio que hacerlo en ese día. Que conste que he sido muy salidora; ahora me pide el cuerpo un poquito más de tranquilidad, pero si tengo que fiestear voy y fiesteo.
Pero que hable de tópicos no quiere decir, ni mucho menos, que esté en contra de ellos. Al final soy una persona social, cuya sociedad tiene instaurados esos usos, hábitos o costumbres. Sí que hay algunos que me gustan menos que otros, pero son eso, tópicos que se han ido adquiriendo, asimilando e incluso, en ocasiones, copiando de otras culturas.
Me falta el más dulce de todos, el Roscón, así con mayúscula. No habíamos comido bastante y como broche, cuando parecía que se nos había olvidado comer… ¡pum! Ese sí que no lo perdono, aun siendo topicazo: el que nos recuerda la ilusión, la felicidad que llega a todos los rincones en forma de regalos.
Tenemos todo un año por delante para que se nos olvide y volver a recaer en los mismos.
Que vivan los tópicos, por mí que no sea.
Elena Rodríguez
Docente discente