Hay más libros que días, imposible leer toda la literatura del mundo mundial.
No sé, pero me parece que las vacaciones de verano son el momento ideal para intentar ponerse al día en lecturas de todo tipo. Es cierto que hay quien tiene la lectura como un hábito de todos los días del año, pero yo en particular, aun siendo de estas últimas, es en la época estival cuando más la disfruto.
Tuve mi momento de leer libros que se me hacían bola, tediosos, farragosos, aunque no lo fueran, y querer terminarlos a toda costa, por ver si pasaba algo, por no dejar inconclusa la faena.
Ahora me he vuelto un poco … no sé si más selectiva o exigente o práctica: si no me gusta no sigo, y ya puede haber ganado el Planeta o cualquier otro. Total, hay más libros que días; de todas formas no iba a poder leerme toda la literatura que hay, ni tampoco toda la que quisiera.
Últimamente también me he aficionado a leer dos a la vez; sí, eso que me parecía una rareza hace tiempo, ahora voy y me la apropio. Tengo uno de «mesilla» y otro para ratos sueltos, que no perdidos. Y esto no quiere decir que el de mesilla sea solo para leer antes de dormir, no. Son perfectamente intercambiables según el momento y las apetencias.
¿A alguien más le ha pasado querer leer pero no lo que únicamente teníamos? Porque a mí sí: tener ganas de hacerlo en algún hueco del día, pero no tener el ánimo (puntual, de ese rato) de seguir con la lectura empezada. Es difícil de explicar, pero me pasa. Así, teniendo dos opciones simultáneas es más fácil: una de las dos seguro que te apetece más que la otra en ese instante. Por eso decía antes lo de intercambiables.
También he descubierto el género negro, asesinatos, crímenes… Y me gusta. No juego a detective, no me meto en la piel de ningún personaje, pero devoro páginas con curiosidad, con ansia, bien de saber cuál será el próximo fiambre o bien de qué manera lo hará. Morbo puro.
¿Formato? Pues entre dos aguas estoy; me gusta mucho el tacto, el olor del papel, pero la comodidad que supone llevar encima un dispositivo que no ocupa sitio ni coge polvo, con incontables libros…es un placer.
Ahora, hay una cosa que se me resiste, y son los prospectos de los medicamentos, los consejos de cómo lavar una prenda delicada, las instrucciones de algún aparato electrónico, la composición de los alimentos envasados… Eso es una tortura, y no por el contenido, sino porque no hay manera de leerlo. Se empeñan en hacer las letras cada vez más pequeñas, y es que no hay manera, ni con gafas ni con lupa. Alguna vez he llegado a hacer una foto con el móvil para poder ampliarla a gusto. No hay derecho, hombre.
Pero bueno, eso es peccata minuta comparado con todo el universo escrito.
Buen verano y buena lectura.
Elena Rodríguez
Docente discente