¿Tierra de Festivales ?

¿Tierra de Festivales ?

Me gusta la idea de reunirnos en torno a la música, disfrutar de unas cervezas y lo mejor del FIB son sus gentes, los reencuentros, el festeig, poder escuchar y ver en directo grupos deseados y alguna sorpresa más.

 

Dado que recientemente asistimos a la resaca post-FIB, propongo que reflexionemos sobre las dudas que surgen en cuanto a la cantidad y calidad de la organización del evento.

Mi amigo Raúl, que tiene comercios ubicados en Benicàssim, me comentó que, en general, los autónomos locales perciben que la organización de festivales no beneficia al comercio local en casi ninguno de los diversos modelos posibles.

Tampoco está seguro de que está sea la fórmula de vacaciones más deseable para los residentes de Castellón/Benicàssim y sus alrededores.

También cabe preguntarse cómo beneficia a las personas dedicadas a la música de la zona y a artistas locales , así como a los restaurantes y comercios cercanos.

Lo más evidente es la falta de creación de empleo estable y la subsiguiente precariedad laboral crónica que perpetúa. Además, las subcontratas y la falta de transparencia en el pago a músicos, al personal técnico de sonido e iluminación, deja mucho que desear en comparación con los locales de conciertos u ocio de la provincia que contratan regularmente a personal especializado. Por no mencionar el impacto ecológico negativo de este modelo de consumo, cuyas consecuencias serían merecedoras de un artículo completo, pero hoy me centraré en dos aspectos concretos: la movilidad y el consumo de plásticos.

La organización del transporte, con los autobuses lanzadera a 35 euros, fomentó el uso del automóvil, lo que causó considerables atascos en la N340 y el colapso de las calles de Benicàssim y zonas circundantes, además de molestias a la vecindad y de las multas de tráfico pertinentes.

La idea de reducir el consumo de plástico (introducida por el Rototom Sunsplash años atrás) se tergiversa torticeramente al tener que pagar 2,50 euros por un vaso ( que cuesta de 15 a 20 céntimos). Esto sería positivo si, al finalizar el festival, los asistentes pudieran recuperar esos euros en lugar de acabar acumulando vasos en casa o dejarlos abandonados en cualquier lugar.

El pago es con pulsera en todo el recinto y como no podía ser de otra manera las devoluciones, con un plazo muy ajustado, tendrá su correspondiente comisión, la banca siempre gana.

Mejor no entrar en detalles escatológicos sobre los urinarios que se perpetúan año tras año en el FIB. En lo que refiere a los precios es, como dicen en mi pueblo, un auténtico robo el pagar 6€ por cerveza, así como la “módica cantidad” de 20€ para el cambio de nombre o pagar nuevamente para salir y volver a entrar al recinto el mismo día. Por el precio de las drogas no pregunté, pero la Guardia Civil tendrá datos fidedignos. Por no mencionar la lamentable situación de cantidades ingentes de basura acumulada en los estacionamientos o zonas de acampada, que aumenta año tras año.

Si nos detenemos a analizar este modelo de negocio, cabe destacar que la adquisición de festivales como el SÓNAR, FIB y Viñarrock por parte de fondos de inversión de Estados Unidos (como Providence Equity) indica una tendencia hacia la creación de oligopolios. Además, no está de más mencionar eventos como Primavera Sound en Madrid, Mad Cool, Sonorama o el Arenal Sound que se celebrará próximamente en la vecina localidad de Burriana siguen una línea similar.

Estos eventos de grandes dimensiones están camino de convertirse en macrogranjas humanas, en lugar de ser reuniones de amantes de la música independiente y cervezas. La esencia original del FIB se desdibuja año tras año. Estos Festivales reciben subvenciones y además, se benefician directa e indirectamente con dinero público y sería interesante revisar a quién y qué financiamos con nuestros impuestos.

Para finalizar, en base a lo comentado anteriormente y más cuestiones que me he dejado en el tintero, cabe plantearse interesantes debates sobre modelos y tipos de economía, turismo, y los diversos modos de ocio que queremos para Benicasim.

Dionís Montesinos, Bombero de Helitransportada SGISE de la Generalitat y estudiante de psicología.