Todos los paletos fuera de Madrid

Todos los paletos fuera de Madrid

Que no se me malinterprete, que no se me tache de xenófoba, que no se quede la gente solo con el título, que no va por ahí la cosa, que lo mejor viene ahora.

 

Ese era el título de una canción de los 80, una época de gran creatividad, de mucha libertad en la producción artística, de transgresión de lo que había hasta la fecha, y de aperturismo total. Hoy en día esa canción sería tildada de políticamente incorrecta. Para empezar, no se diría “paleto”, sino algo parecido a “persona que proviene de un pueblo o de un ámbito rural”. Pero, claro, se haría el título eternamente laaargo y poco comercial.

Para continuar, si todos los paletos se hubieran ido de Madrid, mi querido Madrid del que vengo y al que voy tan a menudo como puedo, ese mi Madrid no sería el mismo. Madrid es un pueblo en sí mismo, grande, pero un pueblo. Se ve todavía, en algunas calles, en algunos barrios, en sus empedrados, en sus usos y costumbres, en su forma de hablar, en ese casticismo tan reconocible por los de fuera y por los de dentro.
Pero no solo de paletos (dicho con el mayor cariño del mundo) vive Madrid, también de los numerosos extranjeros que viven, la visitan y que ya no se consideran a sí mismos extranjeros. Es el pueblo de todos los que no tienen pueblo.

En unos años, en unos cuantos años, y gracias a los que han llegado, a los que se han ido pero no del todo, a los que se han quedado, se ha puesto a la altura de cualquier ciudad europea: amplias calles peatonales, calzadas para circular con transporte público o privado, bien inter e intracomunicada, paraíso de los musicales y espectáculos, museos todos los que quieras, tascas y bares ídem.

Quizá sea cierta la fama que tenemos de chulitos, de ser siempre el centro, de que todo pase por Madrid, ese puntito de tirria hacia los “gatos” (así es como se nos conoce a los del foro). O puede que sea un tópico, una de tantas generalizaciones sabidas por todos: que si los catalanes son “agarrados”, que si los andaluces unos exageraos , que si los del norte tienen carácter…

Lo mejor contra estos tópicos y esta ignorancia, poner un madrileño o madrileña en la vida, visitar Madrid, dejarse llevar y atrapar por todo lo que ofrece, su noche, su día, su todo. Sin prejuicios. Y ya puestos, “de Madrid al cielo”, aunque el dicho original era “de Madrid el cielo».

Por cierto, para mí el mejor momento para hacer turismo en la capi es en agosto.

Elena Rodríguez
Docente discente