Tremenda Rabia

Tremenda Rabia

Con la venia: Pasto de las llamas soy. A los pies de los caballos me hallo. De pronto, me he convertido en el blanco de un bombardeo de mantras sociales, supuestamente brillantes, llamativos, liberadores... En verdad solo son tubos huecos pintados de amarillo, como buzones de correos, sin mas misión ni misiva que el estorbo.

 

Ya no es el caso de las solicitudes de amistad que programas malvados, socapa de MozasFotoChop, me dirigen por el Face. Son promesas de felicísimo sexo, para que el anciano que soy se vuelva más tonto aún si cabe, caiga más pronto que tarde en el garlito, y apoquine sus escasos caudales. Para estos casos tengo varios deditos que pulsan bloqueo de manera automática. Arregladicos van conmigo.

No queridos, no. El problema son algunos de mis supuestos iguales en edad saber y gobierno. Sobre todo los recién jubilados, encantados de descubrirse como apóstoles de la vacuidad, ungidos por verdades a la violeta.
Hay tres personajes en particular con los que, si no me reprimo, un día destos haré hamburguesas picándolos en vivo con un cortaúñas, tal es el cabreo que producen. Todos ellos pertenecen a la familia de las cotorráceas reiterativas.

El primero es El Becerrúpedo, adamascado con chillona y muy cara ropa juvenil, que me pudre los momentos en que no puedo huir dél, palmeando mi espalda, sonriendo bobamente y, con voz ya cascada, repitiendo: «¡¡ Vive el momento Manolo !!»

Pregunto yo: ¿ Pero es que puedo vivir el instante que pasó, o el que está por llegar, so mamerto ? Que yo sepa solo somos presente. Pero el insiste en cada encuentro con la misma frase, y ya estoy buscando tutoriales para disfrazarme de farola fernandina, porque somos muy vecinos, para mas tortura. Un inri muy grande.

Centra este podium la Profetísa Prosopopéyica, antaño guapa andaluza tardojipi y hogaño viuda, sin apuros económicos, del que fue un perfecto sandio acaudalado. Hace todo, ( ¡ pero todito todo ! ), de todo aquello que Se-lle-va-mu-cho; piscina, sauna, gym, bici, zumba, y doce etcéteras más. Y además predica.

Cuando nos vemos, de inmediato me picotea los oídos con el Karma del carajo: «que tóo viene dezo, quíllo, der Karma, que te dehuerve tó lo qu’hisisteh e’huenoh, ‘íram’amí…yo míhma, por ehemplo, que m’he ganao er Karma hueno, que tu lo zabes lo huena que yosío dehde ziempres…»

Luego viene la parte peor; su proselitismo feroz de la vejez activa. Me intenta convencer de que pedalee, nade, corra, baile… En definitiva, que pague por sudar, porque así voy a ser muy feliz y acumularé buen Karma.

Se amostazó la última vez, cuando le dije que yo sudo si hay cobror, pero que si no cobro no verteré mi sudor. Para remachar la jugada le aseguré, imitándo un poco su acento, que lo que hace falta en la vida no es el Karma famoso, sino «…la carma bendita, quílla. Lo hueno es teneh carma, músha carma, tó’l rato.» No le gustó la mandarina. No me habla.

Cierra esta terna de mamíferos el Sardanápalo Ímplume, que es paradigma de calvorota barrigón, y está mutando en ajo crudo. Por lo que se repite digo. Lo invité ayer en un selecto bar con magnífica carta de carajillos, suponiendo que me daría tregua. Pues no. Pajareó con las manos ante mi cara, puso su facies beatífica, y me espetó de nuevo su » De alguna manera tienes que salir de tu zona de confort.» Y se quedó tan orondo el muy zurullo.

– A ver pepino verde, – le dije – ¿ De qué manera ? Porque dices de alguna, que es no decir nada, pero me gustaría saber de cual dellas hablas. Además, me costó toda la vida llegar al mínimo confort de una pensión birriosa. ¿ Si salgo de esa zona que dices, qué voy a ganar con ello ? ¿ Cómo coño como, cuanto y cuando ? ¿ Profeso de budista eremita ? ¿ Me pinto la cara, me emplumo, y siento plaza de Indio Celedonio ? ¡ No me palpes más las gónadas ! –
Apuró el Asiático, miró al suelo en modo torvo, y se borró. Para celebrarlo me chupé un Perfecto, que me supo a paz y gloria.

Total, que según parece, para ser bien recibido por esta tribu de fanariotas con pensiones opíparas, tengo que vivir de manera inconfortable, sudando como un galeote, pagando lo que no puedo, disfrutando de cada mal rollo que me caiga, y sonriendo con agrado para acumular buen Karma. Lo que se dice un programa de futuro para el medio siglo que me queda de vida, si es que se cumplen las normas de longevidad familiar.

¿ Comprendéis ahora mi enojo ? ¿ Veis porque me tetanizan estos clichés con patas, y excorian los ápices de mis partes más nobles ? Poneos en mi lugar y decidme si no sería mas tolerable una lavativa de chinchetas.
¿ Sabéis que os digo ? Que antes de ser un viejo del tipo que estos cursis me proponen, compro una gorra de pico, una cachava, y un taburete, y me dedico a mirar las obras públicas. Que no será una maravilla de vida, pero más descansadico ya estaré.

Temo que estos redomados repipis se multipliquen a mi alrededor, como los manuales de autoayuda o la perra inflación, amargando los días de mi ancianidad. No creo merecer tal desgracia, después de tanto trabajo y tanta prudencia como os consta que he derrochado a lo largo de mis años. Por ello vuestra compasión y oraciones os suplico. Y mi abrazo más cariñoso os dejo.
Buenas tardes.

B.S.R.
Buscar en Yutús:
Pieza: Jangadero.
Canta: Don Eduardo Falú.

Manolodíaz.