Cuando la capacidad es reemplazada por ambición.
En el ámbito de la vida pública y corporativa, uno de los fenómenos que suscita mayor controversia es la llegada de personas a puestos de responsabilidad que parecen haber alcanzado estas posiciones no por su capacidad o méritos, sino por ser expertos trepadores. Este es un tema que no pasa desapercibido en ninguna sociedad, y sus implicaciones pueden ser vastas y perjudiciales.
La trepa, definida coloquialmente como aquella persona que sube en la jerarquía de una organización o entidad utilizando maquinaciones o métodos cuestionables, es un fenómeno que ha existido desde tiempos inmemoriales. Sin embargo, hoy en día, parece que está más presente que nunca. La pregunta que debemos hacernos es: ¿qué lleva a algunas personas a adoptar estas prácticas y, más importante aún, qué impacto tiene esto en la sociedad y en el funcionamiento de las organizaciones?
El camino de la ambición desmedida
La ambición, en sí misma, no es negativa. De hecho, es un motor que puede impulsarnos a lograr grandes cosas. El problema surge cuando la ambición se convierte en un objetivo en sí mismo, por encima de la ética y la capacidad real para desempeñar un rol de liderazgo o responsabilidad. Las personas trepas a menudo buscan subir a toda costa, y están dispuestas a sacrificar la integridad y la ética en ese proceso.
El perjuicio de la incompetencia en puestos de responsabilidad
Cuando alguien llega a un puesto de responsabilidad sin la preparación o habilidades adecuadas, las consecuencias pueden ser desastrosas. Esto no solo afecta el rendimiento de la persona en cuestión, sino que tiene un impacto negativo en el desempeño de toda la organización o entidad. Decisiones inapropiadas, falta de liderazgo efectivo y una gestión deficiente pueden minar la moral de los empleados y tener efectos duraderos en el éxito de la institución.
El dilema de la meritocracia
La meritocracia es un ideal en el que el avance y el reconocimiento se basan en el mérito y el desempeño, en lugar de en conexiones personales o políticas. Cuando las personas trepas llegan a puestos de responsabilidad, se socava la meritocracia y se envía el mensaje de que la ética y la competencia no son los valores fundamentales en la sociedad. Esto puede erosionar la confianza en las instituciones y aumentar la desilusión entre quienes trabajan duro y se esfuerzan por alcanzar sus objetivos de manera honesta.
El papel de la sociedad en la prevención de trepas
La sociedad tiene un papel importante en la prevención de la llegada de trepas a puestos de responsabilidad. Es crucial fomentar una cultura que valore la honestidad, la integridad y la competencia. Las organizaciones también deben implementar mecanismos de evaluación efectivos para asegurarse de que los líderes sean seleccionados y promovidos en función de su capacidad real. La transparencia y la rendición de cuentas son fundamentales en este proceso.
La llegada de personas no capacitadas a puestos de responsabilidad debido a su habilidad para trepar es un problema que debe ser abordado seriamente. La sociedad, las organizaciones y los individuos tienen la responsabilidad de promover una cultura de ética y meritocracia para evitar que este fenómeno socave el progreso y la confianza en nuestras instituciones. La ambición puede ser una fuerza poderosa para el cambio positivo, pero debe estar respaldada por la capacidad y la integridad para ser verdaderamente efectiva.