Podrían acusarme de alarmista si no fuera porque he sido reiterativo hasta la saciedad denunciando los recortes de libertad que ha supuesto para los ciudadanos el control del poder en España, en ayuntamientos, comunidades y medios de comunicación de una izquierda vendida a al sectarismo y al secesionismo. La imposición del pensamiento único, de la...
Podrían acusarme de alarmista si no fuera porque he sido reiterativo hasta la saciedad denunciando los recortes de libertad que ha supuesto para los ciudadanos el control del poder en España, en ayuntamientos, comunidades y medios de comunicación de una izquierda vendida a al sectarismo y al secesionismo.
La imposición del pensamiento único, de la que les he advertido en cientos de mis artículos, ha quedado al descubierto nada más comenzar la campaña electoral.
Lo ocurrido con Inés Arrimadas, enfrentada al fascismo del presidente del Parlamento Catalán, los hechos acontecidos en Euskadi intentando impedir la libertad de expresión, esa en la que ellos se escudan para insultar a todo el mundo, de Santiago Abascal o Albert Rivera, el intento de agresión en Barcelona, mancillando lo más sagrado del pensamiento universitario, a Cayetana Álvarez de Toledo y los numerosos “escrahes” sufridos a los largo y ancho de la geografía nacional por los representantes de los partidos constitucionalistas, a excepción de PSOE y Podemos, si es que se les puede considerar partidarios de nuestra Constitución, son la prueba evidente de la intención de la izquierda y los sectarios separatistas de acallar a quienes no piensan como ellos convencidos, además, de que el fin justifica los medios.
Lo padecemos de cerca. No podemos llamar a nuestra ciudad, eso pretenden, por su nombre, se empeñan en derribar la Cruz de Ribalta, hacen desaparecer el español de las aulas donde aleccionan a nuestros hijos y persiguen con saña la religión cristiana, con alguna otra no se atreven, y la educación concertada y privada para impedir que en algunos centros docentes se sigan manteniendo vivos los valores de nuestra cultura milenaria. Todo esto mientras “reescriben” nuestra historia cargándola de mentiras con la sola intención de dividir España y a los españoles persiguiendo políticamente, como aparato marxista que son, a quien osa levantar la voz y acusarles de tergiversar la realidad y mentir descaradamente.
Si el “okupa” de Moncloa tenía alguna migaja de legitimidad la ha perdido completamente con su silencio ante estos hechos y con su “asociación de malhechores” con Iglesias, Otegi, Torra y Urkullu.
Ya no es solamente grave que te gobiernen desde el desprecio a tus ideas y libertad individual, es muy grave que lo hagan quienes acosan, desprecian e incluso asesinan, al menos asesinaban, a aquellos que pensamos diferente.
El próximo 28 de este mes de abril tienen la primera oportunidad de solucionarlo, no la desaprovechen.