Con la venia: Vamos mejorando de estado y condición. Como dicen los jugadores de mus: ya llueve menos. Así sea para todos.
V.
Hacía poco que había aprendido a silbar, imitando a mi padre, y con su ayuda. Estaba contentísimo de mi nueva habilidad. Ni que decir tiene que no paraba de experimentar, y aburría a propios y extraños hasta el punto en que, merendando con mi familia en el Columbus, o tal vez en el Mastia, ya escuché alguna vez aquello tan cartagenero que dice:
– ¡¡Nenico, échale mierda al pito y sopla p’adentro!!-
Había bajado temprano al callejón del Conducto. Allí paraban las galeras, -especie de taxis de tracción animal que muy pocos recordamos- y me distraía aquella mañana festiva, sentadico en un poyo, rosigando un pero ácido, y mirando como los jacos tomaban su pienso, en sacos bozaleros individuales, para luego beber en común de un enorme cubo de madera.
Al cabo del rato, como tenía que ir a casa de mi tío Juan, me levanté, sacudí la culera del pantalón -corto, por supuesto- y tomando la Calle Real, empecé a caminar silbando una pieza de las que escuchaba en la radio. Era La Boda de Luis Alonso, que me gustaba mucho y repetía muchísimo, desafinando siempre en las mismas notas.
Por Castellini pasé a Puertas de Murcia, parando ante el escaparate de La Royal, para admirar aquellas copas de almendras y caramelo que me tanto me maravillaban. Con la nariz pegada al cristal, seguia soplando y desafinando cuando me atizaron un pescozón que me estampó la cara contra la Luna Pulida Cristañola de la pastelería.
Por el impacto empezó a sangrarme el narupio, salpicándome la camisola, -con lo que eso suponía de catástrofe indumentaria- y también noté que un chichón se adueñaba de mi frente. Giré la cabeza por ver que había pasado. A dos palmos de mí, una pareja madura me miraba con reprobación. Él, con un vozarrón campanudo, me lo aclaró todo:
-¿Tú no sabes que hoy es Viernes Santo, y se ha muerto El Señor, y ni se canta ni se silba? ¡Ten más respeto a partir de ahora! ¡Y límpiate, que pareces un jicho!-
S.
Por ser vos quien sois, abrí la puerta de mi taller para mostrarte los pocos cuadros que aún me quedan. Hacía una docena de vidas que nadie se emocionaba como tú, viendo obra mía.
Sirvan estas líneas para agradecer tu sensibilidad.
D.
Un Pezuño Trascendente diez años mas joven que yo, y treinta más cascao, pide mi opinión sobre la Otra Vida tras chuparnos varios taponazos de Pernod. Ya ves, de que se preocupa el mozo.
Como anduvimos juntos en ciertas sucias trincheras y comimos -civet de rata peluda- en el mismo plato, no me queda más remedio que responderle. Pero temo que se enroque en el asunto y nos den las del alba, así que por cerrar el tema le dirijo estas aladas palabras:
-Mira hermanico, de verdad que no sé ná del asunto. Datos bastantes no tengo, y fe ninguna. Pero te aseguro que si hay algo que hacer después de la muerte, y tengo conciencia dello, aprenderé de qué va la cosa, y me desempeñaré lo mejor que sepa y pueda, si me dejan. Igual que ahora. Y en el caso de que no haya nada en que ocuparse me pondré a descansar, que esta vida mía ha sido agitadita, y aún lo es. Así que no liemos el palangre. Pide otra ronda, que ya la pago yo-
L.
Oigo que un Ciencias del MIT está construyendo un instrumento musical. Usará como teclado la tabla periódica de los elementos. Cosas oirédes Mio Cid, que farán fablar a las piedras.
Me pregunto a que que sonarán juntos Rutenio, Azufre, Cloro y Oxígeno. Lo que sería un acorde Rusclo. Ya lo busco y os lo cuento.
Pues que no, chaval. Al final no me alisté en el gimnasio ese tan güays que me dijiste. Tilojoro, no es por vaguería, ni por que sea caro. Es por propio respeto laboral; yo, si sudo, cobro.
M.
Imposible hacerle entender a un Neozurullo, entusiasta de la Inteligencia Artificial, que el tal sistema es en definitiva otro tonto rapidísimo, -como el ordenador- y trabajará con los datos que le suministre un humano. Es decir; manías, carencias, prejuicios, órdenes de la superioridad, y un largo etcétera.
Por tanto, serán sus resultados tan brillantes como el más estúpido de sus programadores, y tan sesgados como los intereses del Paganini de turno. Y estará, -ya lo está- muy a mano para contar medias verdades, que son mas insidiosas que las paticortas mentiras directas.
Ejemplo claro dello es la lista de los 10 mejores vinos de España, seleccionada por una IA, solicitada por no se quién, y reseñada en la página de Vinetur.
Empieza la respuesta por una Protesta del Autor, como la que encabezaba los libros en tiempos de la Inquisición, asegurando que es dificil contestar la pregunta. Nos ha jodío mayo con su riada. La IA es abstemia por su propia naturaleza: no le sienta nada bien a un aparato de alimentación eléctrica que le tiren dentro una copa de vino. Ítem más: lo tiene crudo en una cata, porque está horro de papilas gustativas.
A continuación viene el listado, donde se cita un vino del Priorato, dos Riberas, dos Toros y cinco Riojas. Como viejo bebedor, esto no me suena a conocimiento palatial. Más bien a estadística de ventas con un cierto tinte tontitrendy. Claro que igual es que soy desconfiadito yo, mira tú.
Sigue la contestación, mentando cada una de las bodegas a las que pertenecen los insignes caldos seleccionados, con las razones sociales destacadas en negrita, y un encomiástico comentario que adjetiva el trabajo enológico de cada empresa.
En esta loa se utilizan los siguientes términos: aclamado, referente regional, especialmente prestigioso, emblemático, renombrado, icónico, de gran calidad y reconocimiento, particularmente apreciado, alta calidad, altamente valorado. ¿No os suena esta letanía de otras muchas veces? ¿No os huele a publichungui maltrazá? ¿No os aburre?
Acaba la IA su diagnóstico admitiendo, en el último párrafo, que hay mas vinos en el mundo y animando al lector a descubrirlos. Ni trailer, ni troley, ni alforjas hacían falta, para este viaje. Marididiós la que nos aguarda.
X.
Así que ya estás buscando hacer obligatoria la propina en tu negocio de hostelería. Que bonico, que gracioso, que salao que eres. Y que listo. Claro, como lo hacen en Yankylandia…¿Tú me has visto cara de gringo, o qué, so capullo?
Quieres imponer a los clientes el pago de la propi, en el porcentaje que te salga a tí de tus partes más innobles, saltándote de paso la ley vigente. Y así, como al desgaire, rebajarás el sueldecito del personal, so capa de que el reparto del bote, -en el que te incluirás, cabroncete- hará que llegue más plata a los bolsillos de tus empleados. Miserablón que eres, oyes.
No te empingorotes, sobrao; mi propina es mi opinión a favor del servicio prestado y, como mi mano, solo se la doy a quien me sale de mis perejiles. Y por estas que son cruces, que tu no estás en la lista.
J.
En los lejanos años 70 un grumo visual, pintado con óleo marca La Pajarita, y falso como un billete de 350 pelas, ya estaba a la venta en Sagunto. Era un un Golla, una especie de Trolex pictórico. Lo ofrecía un Quídam Venenosillo, que también ofertaba porno snuff en super8. Un canallazo al que le dieron mulé, según me contaron años mas tarde.
Hemos mejorado mucho. Ahora tenemos Gollas y Belazques aquí mismo en la Ciudad, a disposición del Don Peloso Desavisado y Bóbez-Pairal de turno. Ese que, para su brillo socio cultural civico químico musico vocal, cree imprescindible colgar de su pared maestra lo que él llama Una Firma. Ese que ha tocado papel, y busca ahorcar con trenzas de envidia los ojos ajenos. Otro Tontolosgüevos de manual, que cuando craque y le embarguen hasta el bisoñé, se quejará de que lo engañaron porque él era un corazón de buen alma y no se lo merecía. Angelito.
B.S.R.
De Aaron Copland, buscad y disfrutad con su Sinfonía nº 3. No en la versión de Bernstein, que le capó doce compases, sino en la del propio autor al frente de la London Simf. Orq.
Manolodíaz.