Con la venia: Semana de perfil suave, el cual procuraremos conservar, porque ahí fuera ya montan bastante bronca.
V.
Que la Cente está maluchita y se queja un poco de todo. Achaca su pachuchez al tiempo loco desta primavera, al griterío de la televisión, al sueño que tuvo anoche referente a un bombardeo -de cuatro horas, dice- que sufrió la Cartagena de su adolescencia, a la falta de alegría que nota en los claveles de sus macetas, porque ya no hay claveles como los de entonces…
…de todo se queja menos, naturalmente, del atracón de tarta Sacher que se propinó ayer. Adivino que tendremos hoy, día siguiente a su cumpleaños, un horizonte oceánico de tisanitas digestivas.
S.
Tal parece que durante su visita matinal al mercado, la vecina de arriba ha perdido las tapas de los tacones porque, cuando la señora ha vuelto a su domicilio, allá sobre las 10.30h, empezó un repiqueteo metálico en nuestro techo, del que disfrutamos durante un largo par de horas.
La Cente y yo, hemos logrado descifrar el mensaje, en Morse domestico taconero, por su tono y cadencia. Madame estaba contentííísima por la coronación del Güinsor, en Güen Mister.
D.
-Hijo, ¿te quieres creer que no recuerdo la cara de mi madre?-
-¿Y qué más te da?-
-Me preocupa-
-Pues no veo porqué. A mi espejo le pasa lo mismo, quel muy borde dél no recuerda mi cara de una mañana para otra-
-Ya me consuela eso que me dices, Hijo-
-Para eso estamos, Madre. ¿Qué te apetece para merendar?-
-¿Unos fresones me traerías?-
-De mil amores-
L.
Reencuentro una bellísima historia de amor, con una autopista por escenario, que escribió Cortázar. Entre sus páginas aparece nuestra última foto juntos. Al dorso, está escrita por tu mano, la letra que cantabas con tanto sentimiento:
Surcaba la mar bravía
aquel barquito velero.
Y en su cubierta dormía
la persona que más quiero,
y yo, ignorante, creía
quen en mí soñaba durmiendo.
Como dejaste espacio, tomo la pluma de escribir bonito, la recargo, y añado otros versicos que vienen muy al caso:
¿Adonde irá ese barquito
que cruza la mar serena?
Unos dicen que a Almería,
otros, que pa’ Cartagena.
M.
Estáis los puteros entrando en descrédito social y, en poco tiempo, a ti particularmente te va a caer la tremebunda por lo legal. Hablamos de multas y aún de talego si reincides. Y tu lo harás.
Lo tienes feo, lo sabes, lo temes, y me preguntas qué puedes hacer para que no te enchironen, porque como eres un hombre, tienes necesidades, y ahora va a ser delito desahogarse un macho los etcéteras, y mira tú que cabroná, me dices.
Ni me acabo la copa contigo. Que igual me contagias la zurullera y se me queda parao el reloj, como a tí. Como dijo Álvaro de la Iglesia; Dios te ampare, imbécil.
X.
Lleva el nombre del más excelso poeta italiano. Mantiene las cejas alzadas, los ojitos preguntadores, el reflejo palmar formidable, y aprieta los puñitos mientras se traga el biberón vorazmente.
Guapo de sobra, cuantos lo conocemos no dejamos de piropearlo, mientras nos chiflamos de sus padres, que están embobecidos con su presencia.
Bienvenido, chaval. Salud mucha que tengas, y suerte, y solvencia. Y larga vida.
Se ríe esta moza como un sonajero melodioso, mientras despachamos media caja de cerveza sin parpadear. Más tarde, paseamos y descubrimos que la Avenida de la Mar se nos hace estrecha. Seguro que es por las birras, pero hoy quiero creer que es por la cercanía.
Ya mañana, el espejo me quitará la tontería a primera hora, y la guerra de Troya no tendrá lugar. Pero eso será mañana.
J.
He sostenido, varias veces, que el 500 es una versión local del Café de Chinitas y, una voz de buen timbre me lo confirma esta tarde, cuando entona:
Soy más valiente que tú,
más torero,
y más gitano.
Hasta el Noam Chomsky hecha su cuarto a espadas sobre la Inteligencia Artificial. Me leeré la entrevista que ha concedido el mozo, y os la comentaré si sobrevivo.
Por fin, el sábado que viene, en el Charco de Cocodrilos se celebrará un bonito Aquelarre. Para este reencuentro tenemos ya en marcha su poquito ajoarriero, y otras cuantas delicias que soltarán nuestras bífidas lenguas.
B.S.O.
Una bellísima colombiana: Serranía del Brasil. Cantan la Niña de la Puebla y Luquitas de Marchena. Al toque, creo, Niño Ricardo.
Manolodíaz