En el padrón de bienes de 1843 aparece el primer plano de la ciudad con el detalle de los números de casas de cada manzana.
El Archivo Municipal de Vila-real se presenta como una auténtica ventana al pasado de la ciudad, conservando una riqueza histórica excepcional que permite conocer la vida, las instituciones y los acontecimientos que han marcado este municipio desde su fundación en 1274. En esta nueva entrega de reportajes, nos adentramos en el archivo histórico y sus valiosos documentos con la ayuda del responsable del Archivo, José Miguel Moliner Callergues, quien nos ofrece una visión detallada de estos tesoros culturales.
El Archivo Municipal de Vila-real conserva un fondo histórico que abarca desde la fundación de la ciudad, en 1274, hasta el año 1900. En total, se contabilizan 2.473 documentos históricos en papel. Según el responsable del Archivo, el papel de aquellas épocas era muy diferente al actual: “Estaba hecho a base de fibras vegetales y la tinta, elaborada con hierro, tiende a oxidarse con el tiempo, lo que puede dañar los documentos”. Por ello, se procura mantener la documentación a una temperatura constante para su correcta conservación.
Además del fondo en papel, el Archivo cuenta con 369 pergaminos, documentos escritos sobre piel animal. Estos pergaminos han sido restaurados, digitalizados y transcritos desde 2008, gracias a la contratación de un técnico del Archivo del Regne de València. A pesar de la riqueza documental, parte del fondo histórico se ha perdido debido a las diferentes guerras que ha sufrido Vila-real, como la Guerra de la Unión, la Revuelta de las Germanías o la Guerra de Sucesión. Por este motivo, la documentación de los siglos XVI y XVII es escasa, mientras que se conserva un mayor número de documentos medievales.
El volumen de documentación aumenta considerablemente en el período de 1901 a 1968, con un total de 10.879 documentos. Este incremento se debe, según explica el responsable, al aumento de la población y a la creciente complejidad de las gestiones administrativas.
Imagen de una carta autógrafa de Paolo de San Leocadio a los jurados de Vila-real sobre el retablo que le encargaron para la iglesia Arciprestal.
Entre los documentos más importantes que se conservan en el Archivo destacan los ‘Manuals de Consell’, que son los libros de actas de las reuniones del Ayuntamiento, celebradas en la antigua casa de la vila, hoy desaparecida. El responsable destaca una curiosidad histórica: antiguamente, los cargos municipales se elegían por insaculación, un sistema en el que los nombres de los candidatos se introducían en un saco y se sacaban al azar. De hecho, en el Archivo se conserva un documento de elección del siglo XVII.
También sobresale la documentación económica, que incluye los libros de ‘Claveries’ (ingresos y gastos) y los padrones de bienes, entre los cuales destaca el más antiguo, fechado en 1360. Los libros de quintas reflejan el servicio militar obligatorio desde mediados del siglo XVIII hasta 2001. Los jóvenes eran medidos y pesados en el Ayuntamiento, y estos datos han sido analizados por investigadores, quienes han constatado un incremento progresivo en la altura y la corpulencia, excepto en épocas de crisis o guerras. Los padrones de población, por su parte, conservan la relación de los vecinos de Vila-real ordenados por domicilio, aunque solo desde mediados del siglo XIX.
Entre los documentos únicos que se custodian en el Archivo destacan la recopilación de los ‘Furs de València’, editada en 1547, y las ordenanzas municipales del siglo XVIII, recopiladas por Montesinos. También merece especial mención el reciente descubrimiento de Raquel Martí Castillo, trabajadora del Archivo, quien ha encontrado en las actas de 1843 referencias a la creación de una escuela de párvulos, posiblemente la primera de Vila-real.
Según ha manifestado el concejal Santi Cortells,
El Archivo Municipal de Vila-real es mucho más que un espacio de conservación documental. Es un lugar que nos conecta con la historia, nos permite comprender el pasado y pone en valor el patrimonio cultural de la ciudad. Gracias al trabajo de los profesionales que lo gestionan, este legado sigue vivo y accesible para las generaciones futuras.
Concluye.
Fotografía de portada: El padrón de bienes de 1843 donde aparece el primer plano de la ciudad con el detalle de los números de casas de cada manzana.
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