Y volver, volver, volver…

Y volver, volver, volver…

Se nota mucho la gente que está vivida y la que no […], había quien tenía dudas existenciales.

 

Para volver hace falta haberse ido primero, es evidente. Pero es que nos vamos, y no conseguimos irnos del todo. Un ejemplo que he podido observar este verano: por muy diferente que sea el paisaje, las costumbres, la gente, etc. de donde estemos, especialmente si es en el extranjero, tendemos a compararlo con algo autóctono: si es un pico de una montaña, con nuestro Penyagolosa; si es un bosque, con cualquiera de nuestros pinares; si una comida, hombreee, con la paella. Esto me hace pensar un poco en el hecho de que quizá no acabe de caérsenos del todo el pelo de la dehesa (expresión que, por cierto, no oigo por estos lares mucho, al contrario de por la zona centro peninsular, y que paso a explicar: se utiliza para indicar que alguien se las da de moderno y de guays, pero mantiene unas ideas poco elaboradas; proviene, como tantas otras, del lenguaje del mundo taurino).

Decía que parecía que no se nos caía el pelo de la dehesa porque necesitamos algo que nos ancle en nuestra zona de confort, en lo conocido; nos da cierta seguridad poder encontrar algo común para, a partir de ahí ir tejiendo nuestra apertura mental. O quizá sea también para convencernos a nosotros mismos de que lo que tenemos no está tan mal y se puede comparar a, casi, cualquier cosa de lo que veamos por esos mundos.
Y que se nota mucho la gente que está vivida y la que no; para ilustrar, he salido fuera de nuestro país con un colectivo de gente, por lo que se abrió el pertinente grupo de whatsapp. Había quien que tenía dudas existenciales del tipo: ¿qué tiempo hará?, ¿cómo nos organizamos con la comida?, ¿cuánto dinero me llevo? … La primera pregunta, Google lo soluciona; la segunda, es cuestión de saberse organizar; la tercera y posibles sucesivas de esa índole son, ya por demás.

En cualquier caso, no siempre lo que tenemos es lo mejor, así como no siempre lo que tenemos es tan malo como para hacer que nos maraville tanto lo de fuera; son… simplemente diferentes. Es por eso por lo que recomiendo encarecidamente viajar, conocer, aprender; ya lo decía el slogan de una marca de detergente en los 80, aquello del “busque, compare, y si encuentra algo mejor, cómprelo”. Pues eso, salga, conozca mundo, o ciudades, o provincias, y si no le gusta, pues vuelva (a lo suyo o a intentar buscar por otros sitios).

Y en lo de salir, pues voy bien, gracias. Siempre es un placer poder salir y disfrutar de un tiempo fuera (de casa, de la rutina). Y si la excusa es el dinero, se puede hacer igual, se puede comer un bocadillo o llevarse un táper (sí, está bien escrito así, que me he informao directamente en la página de la RAE) al monte más cercano, que tanto de eso como de playa vamos bien servidos en estas tierras castellonenses. Se despeja uno y una de lo lindo, que eso lo dicen y recomiendan también los sabios, los expertos en salud mental.

Elena Rodríguez

Docente discente