La alcaldesa Carrasco debe ejercer el liderazgo que le corresponde exigiendo a Mazón la mejora de la atención sanitaria en Castelló.
La alcaldesa de Castelló, Begoña Carrasco, ha podido disfrutar de unas festes de Sant Pere razonablemente tranquilas gracias al muy bajo perfil exhibido durante las mismas por dos de sus concejales más propensos a la polémica: el reiteradamente multado, Cristian Ramírez, y el azote de las suegras, Alberto Vidal.
El concejal 134 ha optado por no hacerse notar y el edil ultra, aunque ha comparecido para presentar una campaña de apoyo a los comercios afectados por las obras de la Zona de Bajas Emisiones, esta vez ha tenido la prudencia de no meterse con nadie. Si a ello sumamos que ningún asesor exaltado se ha lanzado a polemizar en las redes con argumentos peregrinos, la tranquilidad ha sido casi absoluta.
Me pregunto si el españolísimo concejal Antonio Ortolá vibraría anoche con el gol de Nico Williams en la Eurocopa, cuya madre, embarazada, saltó hace 30 años la valla de Melilla.
Digo casi porque nos queda un tercer concejal disruptivo en liza, el portavoz de Vox, Antonio Ortolá, quien sigue con su cruzada contra los más desfavorecidos, equiparando delincuencia e inmigración. Me pregunto si el españolísimo edil vibraría anoche con las diabluras de Lamine Yamal y el golazo de Nico Williams en la Eurocopa. Por cierto, ¿sabrá el tal Ortolá que hace treinta años la madre de Nico saltó embarazada la valla de Melilla?
Hemos dejado atrás las fiestas del Grao pero no las preocupaciones de la ciudadanía, de las que naturalmente seguiremos hablando a partir de este primero de julio, día internacional del reggae, el chiste y la fruta, y que por lo tanto, tal vez debería ser festivo en la Comunidad de Madrid.
La Generalitat de Carlos Mazón, con el silencio cómplice de la alcaldesa, ha empeorado sustancialmente la sanidad, incrementando en solo un año las listas de espera y reduciendo el número de médicos y las inversiones.
Pasadas las emociones vividas por Sant Pere toca hablar de lo mollar, sin ir más lejos, de la sanidad, ese servicio público que el Partido Popular iba a mejorar a la velocidad del rayo y que después de un año de muy deficiente gestión ha empeorado de manera sustancial, con una falta de personal inquietante, reduciendo las inversiones, multiplicando por cuatro las quejas en el Hospital Provincial y empeorando de forma generalizada las listas de espera en la práctica totalidad de las especialidades médicas del Hospital General. Esta última circunstancia ha llevado a la Conselleria de Sanitat a optar por la opacidad, escondiendo las cifras oficiales que, de salir a la luz, dejarían en evidencia al presidente Carlos Mazón y al conseller Marciano Gómez.
Tampoco quedarían bien la alcaldesa de Castelló, Begoña Carrasco, y la presidenta de la Diputación, Marta Barrachina, quienes después de todo lo que dijeron entre entre 2019 y 2023, ya hace un año que se han olvidado por completo de la sanidad. ¿Seguirán calladas aunque se confirme la intención del Consell de abrir centros médicos sin facultativos? ¿De verdad que no van a decir nada de los incumplimientos de Mazón sobre la reapertura en Castelló del Centro de Información y Coordinación de Urgencias (CICU).
Rafa García. Periodista
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