Búscate un amante

Búscate un amante

Ayer, comiendo en un restaurante de Castellón, escuché de forma random la conversación de: “amiga, tu lo que necesitas es un amante, un empotrador…”

 

Al oír ese comentario me vino a la mente la famosa cita de Frida Kahlo, «Escoge un amante que te mire como si fueras magia», y lo que en cierta ocasión leí y debería recetar cualquier psicólogo o doctora de la Seguridad Social:

Muchas personas tienen un amante y muchas otras quisieran tenerlo.

Y también están las que no lo tienen porque no quieren y las que lo tenían y lo perdieron, o decidieron perderlo.

Misteriosamente son generalmente estos dos últimos grupos los que más vienen a la consulta para decirme que están tristes o que tienen distintos síntomas: insomnio, falta de voluntad, pesimismo, crisis de llanto o los más diversos dolores.

Cuentan que sus vidas transcurren de manera monótona y sin expectativas, que trabajan nada más que para subsistir y que no saben en qué ocupar su tiempo libre.

En fin, palabras más, palabras menos, están verdaderamente desesperanzadas. Antes de contarme esto ya han visitado otros consultorios en los que recibieron la condolencia de un diagnóstico seguro: Depresión… y la infaltable receta del antidepresivo de turno.

Yo, después de escucharlas atentamente, les digo que no necesitan un antidepresivo; que lo que realmente necesitan… ES UN AMANTE.

Es increíble ver la expresión de sus ojos cuando reciben mi veredicto.

Están los que piensan: ¡Cómo es posible que un profesional se despache alegremente con una sugerencia tan poco científica! Hacen un decoroso silencio, miran el reloj esperando el final de la consulta y se retiran para siempre.

También están los que escandalizados se despiden en ese mismo momento y muchas veces tampoco vuelven nunca más.

A los que deciden quedarse les doy la siguiente definición:

Un amante es cualquier cosa que nos apasione, lo que ocupa nuestro pensamiento antes de quedarnos dormidos y también aquello que, a veces, no nos deja dormir. Nuestro amante es lo que nos vuelve distraídos frente al entorno, lo que nos hace saber que la vida tiene motivación y sentido.

Un amante puede ser nuestra pareja, si nos animamos a encontrarlo allí.

En otros casos es otro, alguien que no es nuestra pareja.

También podemos hallarlo en la investigación científica, en la literatura, en la música, en la política, en el deporte, en el trabajo cuando es vocacional, en la necesidad de trascender espiritualmente, en la amistad, en la buena mesa, en el estudio, o en el obsesivo placer de un hobby que nos monopoliza cada instante “suelto”.

En fin, es “alguien” o “algo” que nos perturba la conciencia al punto de dibujarnos una sonrisa al solo pensarlo apartándonos, aunque sea por un momento, del triste destino de sobrevivir.

Por favor no te empeñes en sobrevivir, VIVE ¡búscate un amante!

Sé tú mismo el amante de alguien o de algo. Sé protagonista… de tu vida. La muerte llegará; al fin y al cabo, la muerte tiene buena memoria y nunca se olvidó de nadie. Mientras tanto y sin dudar, búscate un amante!

Lo trágico no es morir… lo trágico, es no animarse a vivir.

La psicología, después de estudiar mucho, descubrió algo trascendental: para vivir feliz, activo, o satisfecho hay que tener un motivo. A ese motivo lo llamo hoy un amante.

Hay que ennoviarse con la vida y hay que amarla con la pasión de los que auténticamente están enamorados. «Búscate pues, HOY – como bien nos redactó el doctor Jorge Bucay – porque sumergirnos en una actividad que nos gusta de verdad es trascender la monotonía y las pasiones cortoplacistas al entrar en un estado de flujo y motivación donde rendimos al máximo sin darnos cuenta del tiempo, donde te levantas sin despertador, pues la motivación intrínseca que proviene del placer de hacer algo es clave. Descubrir qué esferas existencialistas resuenan en ti y con tu forma de ser en esta etapa de la vida, dado que ello nos permitirá enfrentar los desafíos diarios de manera más efectiva».

Mark Twain dijo que existen dos días importantes en la vida de cada ser humano. El primero de ellos es cuando naces, y el segundo es cuando se halla la razón por la que has nacido; cuando se dota de propósito vital porque “aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los «cómos» que nos aludió Friedrich Nietzsche.

En la cultura oriental está el Ikigai, un término que me enseñó una amiga en una de mis estancias en la India que se utiliza para referirse al sentido de la vida. La palabra significa iki (vivir), gai (razón). De alguna forma, representa la razón o el propósito de vivir en la cultura japonesa y el ikigai está compuesto por la intersección de 4 conjuntos fundamentales de tu vida: tu pasión, tu vocación, tu misión y tu profesión. Dicho de forma más pragmática: la mezcla de eso que amas, aquello en lo que eres bueno, eso que el mundo necesita y aquello por lo que te pagan.

Es crucial trabajar para elegir una vida basada en lo que realmente nos gusta y dotarla de propósito. Efectuando este primer paso, ya estamos más preparados para compartir un amor más consciente y auténtico con tu pareja, idilio, esposa, novia, esposo, novio, romance, empotrador o amante.

Disfrutad de la primavera y de l@s amantes…

Donís Montesinos, bombero helitransportado de Generalitat Valenciana y eterno estudiante de psicología.