Carta de Mons. Casimiro López Llorente, Obispo de Segorbe-Castellón, que dedica a una conducción responsable con motivo de la Jornada de Responsabilidad en el Tráfico y la fiesta de San Cristóbal, patrón de los conductores.
Por una conducción prudente y responsable
Cada primer domingo de julio celebramos en la Iglesia en España la Jornada de Responsabilidad en el Tráfico. Su fin es ayudarnos a tomar conciencia de la necesidad de esmerar nuestra prudencia y responsabilidad en la carretera y en la calle.
Para este año se ha elegido como lema la frase del libro de Tobías: “No hagas a nadie lo que tú aborreces” (Tob 4, 15). En este bello libro, Tobit da una serie de buenos consejos a su hijo Tobías, que debe emprender un largo viaje para que se comporte dignamente ante Dios y ante los hombres. En este contexto, Tobit le dice a su hijo Tobías: “Si sirves a Dios en verdad, él te recompensará. Pon cuidado, hijo, en toda tu conducta, compórtate con educación. No hagas a nadie lo que tú aborreces. No bebas con exceso, no te aficiones a la embriaguez” (Tob 4, 14-15). Estos consejos siguen siendo válidos también hoy, especialmente en relación con el tráfico, para los conductores de vehículos, incluidos los monopatines, y para los viandantes.
Para los creyentes es una buena costumbre rezar antes de iniciar un viaje y pedir a Dios para dirija oriente nuestra conducta y nos ayude a respetar sus mandamientos, en especial el quinto: no matarás.
En el tráfico hemos de conducir y de conducirnos siempre con prudencia y responsabilidad, no sólo por miedo a las sanciones sino porque somos responsables de la vida y de la integridad física, propia y ajena. Conductores y peatones tenemos por igual sagrados deberes al circular o transitar por la carretera o por la vía pública. Y decimos sagrados, porque su fin es la protección de la vida humana.
En el tráfico hemos de comportarnos con educación respetando las normas de tráfico y las reglas elementales de convivencia. El libro de Tobías nos exhorta a ser delicados, educados, humildes, a no hacer a nadie aquello que uno mismo aborrece, a no conducir con soberbia, arrogancia o prepotencia, saltándose las normas de tráfico o poniendo en grave peligro la propia vida y la de los demás. Conducir y conducirse con prudencia y responsabilidad implica evitar la bebida, las drogas, el uso del móvil al volante y todo aquello que puede hacer que nuestro camino y el de los demás no sean seguros. El cumplimiento de las normas de tráfico no es optativo. Nos obligan también moralmente. Sólo cumpliendo todas las normas de circulación en nuestras calles y carreteras podremos tener una movilidad segura.
XCasimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón