Que España sea líder mundial durante 28 años consecutivos es algo para celebrar institucional y popularmente a lo largo y a lo ancho de toda España, como si fuera un día festivo. No debemos acostumbrarnos, no debemos dejar que aparezca como una noticia más en la vorágine informativa que oculta lo importante. Porque el prolongado...
Que España sea líder mundial durante 28 años consecutivos es algo para celebrar institucional y popularmente a lo largo y a lo ancho de toda España, como si fuera un día festivo. No debemos acostumbrarnos, no debemos dejar que aparezca como una noticia más en la vorágine informativa que oculta lo importante. Porque el prolongado liderazgo español no algo fortuito, secundario o inexplicable, sino que reposa en valores históricos y capacidades profundas de nuestro pueblo y de nuestro país.
Nosotros, modestamente, ponemos nuestro granito de arena en la celebración. Y este año queremos destacar algunos de nuestros rasgos en valores y capacidades. Aunque primero sea necesario recordar los datos básicos. España vuelve a ser el líder mundial en donantes y trasplantes. Lo es, lo ha estado siendo, durante más de un cuarto de siglo, 28 años si hablamos con precisión anual. Lo hace consiguiendo récords históricos, 2.301 donantes, un aumento del 2,7% con respecto al año 2018, llegando por primera vez al máximo histórico de 48,9 donantes por millón de población en España.
En algunas de las noticias publicadas se ha destacado tal o cual comunidad por el lugar que ocupan en el éxito de donantes. El propio coordinador autonómico de trasplantes con mayor número de donantes por millón de población ha focalizado dónde reside el éxito: “La población de Cantabria es muy generosa, pero no creo que sea más generosa que la burgalesa o la riojana. Creo que la clave de estas cifras es la organización. Ser donante es difícil. No basta con querer. Hay que tener todo un sistema organizado y coordinado previamente para conseguir que cualquier donación que quiera realizarse no se pierda. En esta sabia y concentrada opinión residen tres fustes que queremos destacar este año.
Primero. La solidaridad del pueblo de toda España más allá de la vida ha penetrado nuestra propia legislación. En 1979 la ley 30/1979 en su artículo 5 ya determinaba que “las personas presumiblemente sanas que falleciesen en accidente o como consecuencia ulterior de éste se considerarán, asimismo, como donantes, si no consta oposición expresa del fallecido”. En 2012 el Real Decreto 1732/2012 especificaba los principios en los que se debe basar la donación, es decir, “se respetarán los principios de voluntariedad, altruismo, confidencialidad, ausencia de ánimo de lucro y gratuidad”. Esto no se ha podido aprobar legalmente, por ejemplo, en un país como Alemania.
Dos concepciones antagónicas, en España somos esencialmente sociales, incluso más allá de la vida; en Alemania, el individualismo hasta la muerte. En España todavía fallecen en torno al 8% o el 10% de los pacientes que están pendientes de un trasplante de corazón. Pero en Alemania, este porcentaje es muy superior. En 2018 Alemania solo tuvo 11,6 donantes por millón de población.
Segundo. Está muy bien la sana competencia para que cada comunidad autónoma consiga las mejores cifras de donaciones. Pero lo que destaca como luz entre las brumas actuales que producen individuos como Torra y Puigdemont, y otros adláteres por la geografía española, es que la Organización Nacional de Trasplantes se apoya en un sistema de sanidad por el que las donaciones viajan desde Andalucía hasta Cataluña, desde Canarias hasta el País Vasco, desde Murcia hasta Galicia… pasando por Aragón, Baleares, Cantabria, Castilla y León, Comunidad Valenciana, Extremadura y Madrid.
También la unidad del pueblo de toda España persiste más allá de la vida. Hay que tener presente que, pese a las diferencias que existen entre regiones, ninguna está en una posición mala. Todas tienen cifras de excelencia y estarían en las primeras posiciones en un ranking que comparara su situación con países europeos, EEUU o Canadá.
Tercero. Como ha destacado Beatriz Domínguez-Gil -la actual directora de la ONT que ha sustituido a Rafael Matesanz, el histórico director durante 28 años hasta su jubilación- considera que las nuevas cifras históricas han podido alcanzarse por “la solidaridad de los españoles y el enorme esfuerzo de la red de coordinación” que apuesta por “seguir mejorando”. Lo que se llama el modelo español de organización, y que se ha convertido en un ejemplo mundial.
La columna vertebral de modelo español son los coordinadores de trasplantes. Y el principal músculo es la enfermería, desde las oficinas de la ONT hasta los hospitales, la coordinación de enfermería y su implicación en cada peldaño del proceso de donación y trasplante ha sido y es vital. Son también quienes han capitaneado una de las partes más delicadas: la formación a profesionales sobre comunicación en situaciones de crisis, uno de los puntos clave a la hora de conseguir la donación.
Recordemos las palabras de Rafael Matesanz sobre los tres pilares del liderazgo mundial español: uno, es “la generosidad de la población, cuando el mensaje es correcto y hay confianza en el sistema, en este caso, que el órgano va a ir a la persona que más lo necesita, con criterios médicos y sin discriminación”. Dos, es la existencia de “un sistema que atiende a todo el mundo” y por ello “que todo el mundo puede donar porque todo el mundo lo puede necesitar”. Y tres, es la organización, “el sustento profesional, los coordinadores de trasplantes que, con el soporte del resto, han posibilitado alcanzar tales cifras de donación”, un sistema organizativo conocido, y admirado, internacionalmente como el ‘modelo español’.
Si extendemos estos principios y esta organización, al resto de las luchas sociales, España se convertirá en líder mundial, no solo en donaciones y trasplantes. Frente a las constantes campañas despectivas que nos inoculan los grandes medios de información de fuera y de dentro de España sobre cómo somos nosotros, la inmensa mayoría de los españoles, nuestro liderazgo mundial desenmascara la falsedad de tales ataques a nuestra valía como pueblo y a nuestra potencia organizativa como país… si la causa es justa. Fortalezas siempre negadas por la propaganda de las grandes potencias extranjeras y siempre renegadas por nuestra sumisa clase dominante.
Eduardo Madroñal Pedraza