Dos frailes evitan el desastre en el Desierto de las Palmas

Dos frailes evitan el desastre en el Desierto de las Palmas

Cuando los efectivos llegaron, los dos frailes ya habían sofocado la mayor parte de las llamas con "tres extintores, una azada y mucha oración".

 

El incendio forestal que se declaró el viernes por la noche en el Desierto de las Palmas ya ha sido extinguido, gracias a la pericia de dos frailes: el hermano Juanjo y el novicio Óscar, del convento ubicado en el Desierto de las Palmas. Fueron los primeros en sospechar que algo estaba mal cuando se quedaron sin luz. Al ver las llamas devorando la maleza y uno de los pinos en la base del Bartolo, alertaron a los servicios de emergencia, según informaron poco después en À Punt. Acto seguido, se lanzaron sin pensarlo a sofocar las llamas.

Hemos cogido tres extintores y una azada y hemos subido hasta arriba para apagarlo nosotros mismos. Las llamas eran más altas que nosotros, pero es nuestra casa, teníamos que intentarlo.

Reconoció Juanjo.

Los dos frailes sabían muy bien lo que tenían que hacer. «Avanzamos con el viento a nuestras espaldas, para no inhalar el humo, y así es como apagamos las llamas», explicó Juanjo con mucha serenidad. Una vez lograron delimitar el fuego, cortando ramas para evitar que resurgiera, continuaron con la tarea de apagar las llamas que pudieran reavivarse.

Y con mucha oración al Señor, para que nos diera fuerzas. No sé cómo lo hemos logrado, saltando de piedra en piedra y apagando el fuego.

Cuando los efectivos llegaron al lugar de los hechos, treinta minutos después, solo quedaban brasas. Primero llegó la Guardia Civil y luego se unieron cuatro unidades de bomberos forestales con cuatro autobombas, dos dotaciones, un coordinador forestal del Consorcio Provincial de Bomberos de Castellón y una dotación de bomberos del Área de Seguridad Pública y Emergencias del Ayuntamiento de Castellón. Todos agradecieron la ayuda ofrecida desde el convento. «Es un lugar de difícil acceso para ellos, nosotros estábamos a solo diez minutos», explicaron los dos frailes, que ahora descansan «tranquilos» y han dejado las tareas de enfriar el terreno a los «profesionales».

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