Junto a las cifras de enfermos y fallecidos, la pandemia del covid-19 deja otros datos que previsiblemente se alargarán mucho más allá de la crisis sanitaria.
Se trata de las personas y familias que se encuentran sin recursos, a menudo ni para lo más básico. Los que ya estaban en situación de exclusión han visto profundizarse su estado. Muchas otros han vuelto a necesitar ayuda tras superar el bache del 2008, y no dejan de llegar quienes piden por primera vez. Desde el decreto del estado de alarma, el 14 de marzo, Cáritas ha atendido a 4.315 personas y la principal necesidad ha sido para poder comer.
En la reunión de ayer de la Comisión Permanente de Cáritas Diocesana, se dieron a conocer las cifras de atención desde el inicio del confinamiento hasta el 30 de abril. Del total, la gran mayoría se ha realizado en las Cáritas parroquiales e interparroquiales: 3.080 personas. La acogida diocesana ha atendido a 669, el servicio de empleo ha asesorado a 430, y los albergues y viviendas acogen a 136 participantes. El 85% de las ayudas han sido en vales en tiendas, menús para llevar o reparto alimentos para poder comer.
La crisis social se prevé tan profunda que resultará esencial contar con recursos para una atención a largo plazo. Por eso se insiste de la necesidad de seguir aportando al Fondo Diocesano ante el covid-19, creado ante la grave situación que se está viviendo como ayuda a los equipos parroquiales para aquellas necesidades que no puedan ser atendidas.
La Comisión Permanente estuvo presidida por el Obispo, D. Casimiro López Llorente, y participaron el Equipo Directivo de Cáritas Diocesana, los Responsables voluntarios de las diferentes áreas, los Directores de las Cáritas Interparroquiales y un Representante de la Pastoral Caritativo Social de la Diócesis, que agrupa a más de 20 entidades eclesiales que trabajan en diversas áreas de este ámbito.