El president apestado

El president apestado

Las protestas en Sequiol muestran que Mazón es un pesado lastre para el tridente del PP que conforman Barrachina, Carrasco y Aguilella.

 

La de 2025 no ha sido la mejor Magdalena para la alcaldesa de Castelló, Begoña Carrasco, porque políticamente ha venido cargada por el diablo, ese Belcebú contemporáneo en el que se ha convertido Carlos Mazón.

En 2024 compareció en las fiestas en loor de multitudes pero en la presente edición lo ha hecho a rastras y de tapadillo durante muy pocos minutos, protagonizando una espantá sin precedentes.

Un duro trago del que tardarán en recuperarse los integrantes del tridente del PP provincial: la propia alcaldesa Carrasco, la presidenta Barrachina del partido y la Diputación y el secretario general Aguilella.

La verdad es que resultó penoso ver el jueves a Carrasco empleándose a fondo para contener sin éxito a la gente que se agolpaba a la puerta de la farmacia de Sequiol, coreando “Mazón dimisión”, “asesino” o “el president a Picassent”. Y desconcertante repasar los vídeos y encontrar sonriendo a Aguilella. Supongo que sería risa nerviosa por la tensión del momento.

La misma presión a la que el tridente del PP tendrá que volver a hacer frente cada vez que Mazón quiera venir a la provincia. Como quedó demostrado el pasado jueves, no se librará de la escandalera ni anunciando su visita a escasos minutos del comienzo.

Mazón, que había presumido de forma machirula de que tiene ‘lo que tiene que tener’, dejó plantada a la Gaiata Farola Ravalet después de encontrar un ambiente abiertamente hostil contra su persona durante la visita que realizó a Sequiol.

El presidente ha llegado a un punto de no retorno, a un callejón sin salida en el que, haga lo que haga, o lo que no haga, todo le irá mal. Lo vimos con esa aparición relámpago y sin sentido que se programó para sofocar las críticas por su no asistencia a la romeria de les canyes.

Se consiguió justo lo contrario de lo que se pretendía: bronca ante el monumento de la Gaiata 15 Sequiol y seguramente un profundo malestar entre los integrantes de la Gaiata 6 Farola Ravalet, a los que el nada honorable dejó plantados. Después de tanto presumir de forma machirula de que tiene “lo que tiene que tener”, salió corriendo.

La realidad es dura y tajante: si el último rey de los Austrias, Carlos II, era el hechizado, Carlos Mazón resulta hoy el apestado, una rémora imposible de sobrellevar para los dirigentes y cargos públicos del PP, a los que achicharra con su sola presencia.

Próceres que, a buen seguro, habrán llegado a la conclusión de que Mazón, cuanto más lejos, mejor, máxime ahora que debe la presidencia más al partido ultra y antiespañol Vox, que al PP. Antiespañol porque aplaude los aranceles de Trump que dificultarán las exportaciones a Estados Unidos de cítricos y azulejos.

La irrupción de ayer en la plaza de toros de Castelló de Francisco Camps, Carlos Fabra y Vicente Aparici supone una auténtica charlotada, la ensoñación de la vuelta imposible a la primera fila de unos personajes que ya están amortizados.

No corren buenos tiempos para el Partido Popular en la Comunitat Valenciana, “a perro flaco, todo son pulgas”. Aunque la gente tiene derecho a ir donde quiera, resulta evidente que políticamente hablando la aparición ayer en la plaza de toros de Castelló de Francisco Camps, Carlos Fabra y Vicente Aparici supuso una auténtica charlotada.

Tan principales actores de la era de la corrupción andan alimentando la ensoñación de que en el río revuelto de la gestión de Mazón podrían pescar y retomar las riendas del partido. ¡Vade retro, Satanás!

Rafa García. Periodista

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