Igualdad, premisa fundamental

Igualdad, premisa fundamental

No vale el insulto ni la descalificación, ha llegado el momento de convencer, para que no venzan al Estado de Derecho.

 

Andamos estos días metidos en una gran controversia política (Ley de Amnistía) #leydeamnistia, que lograda por la presión de grupos minoritarios a cambio del gobierno de la nación, puede romper nuestro sistema democrático.

En palabras del  portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián,

La ley de amnistía supone la primera derrota del régimen del 78.

Es la victoria sobre el constitucional estado de derecho, logrado y aceptado por los españoles en 1978. Es la primera derrota de nuestra DEMOCRACIA, deseada durante más de cuarenta años y construida en el periodo llamado de la “Transición”.

La siguiente victoria para ellos, será la ruptura de la Nación española, tras el referéndum de independencia de Cataluña.

Para lo que no dudaran y así lo han hecho saber en sede parlamentaria, en mantener a Pedro Sánchez como presidente por ser su mejor baza, tapar la boca a la prensa eliminando la libertad de expresión y condicionar a los jueces rompiendo una de las premisas fundamentales de la democracia participativa, que no es otra que la independencia judicial. Basada en la separación de poderes, garante de la libertad e igualdad de todos los españoles.

A partir de la publicación de la Ley de Amnistía en el BOE, si o si, los españoles dejaremos de ser iguales ante la Ley.

Por cierto ¿Cómo se puede o debe entender, que ante un hecho de esta trascendencia, el propio presidente del gobierno, no estuviese presente en el debate parlamentario de la Ley de Amnistía?

¿Tendrá algo que ver con sus promesas electorales y su posterior cambio de opinión?

Yo pienso que no. Simplemente, Sánchez no tiene argumentos para defender lo que supone esta Ley para nuestro sistema de libertades y derechos.

Pero no vale el insulto ni la descalificación, ha llegado el momento de convencer, para que no venzan al Estado de Derecho.

Pienso como muchos, que el principio de igualdad es pieza fundamental en una auténtica democracia. Al margen de otras interpretaciones o significado que se le pueda dar, también casi todos coincidimos en que la idea de igualdad, nos remite a la obligación de eliminar todo tipo de distinciones que supongan un agravio comparativo entre personas o grupos de personas.

Y así lo recoge nuestra Constitución que establece la igualdad como valor superior de nuestro ordenamiento jurídico. La igualdad ante la ley, producto de la revolución liberal-burguesa la encontramos también en  la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Pero ¿Por qué es fundamental la igualdad? Simple y llanamente porque este derecho asegura el respeto y compromiso de la sociedad y sus gobernantes, para que todas las personas sean consideradas iguales y tratadas por igual.

Piensen lo que piensen los que han votado en contra de ella en las Cortes españolas y por mucho que se sientan avalados por los votos (agrupados) de las últimas elecciones, su decisión queda claramente cuestionada por los acuerdos nacionales e internacionales en defensa de las personas y la sociedad.

Volviendo a la actual Ley de Amnistía, la gran incógnita es: ¿y después de esto, qué podría pasar?

Seguro que hay diferentes opiniones, pero personalmente, me quedo con la que hace unos días escuché al exministro y exparlamentario europeo, José Manuel García-Margallo, hablando sobre las tres últimas amnistías y los cambios de sistema político de la nación española.

Unas afirmaciones basadas en hechos reales que nos deben hacer reflexionar.

Estamos ante un cambio de régimen como ocurrió con las últimas dos amnistías, la de 1939 y la de 1977. Con la de ahora, vamos hacia una república plurinacional cuya legitimidad es contraria a la Constitución Española.

Podría ser; y de seguir por este camino es muy posible. Lo que ya no veo tan real, es que la mayoría de los votantes del Partido Socialista estén de acuerdo con una España definida como una Republica Plurinacional (que no es lo mismo que Federal) ajena al Estado de Derecho.

Por otra parte, nadie puede dudar y menos después de ver el último debate parlamentario en las Cortes Generales, que en este momento existe una clara polarización, división política y agresividad, consecuencia de la política del ejecutivo de “levantar muros” creando un enemigo único, la derecha, que para ellos y sus tesis es la peor realidad que puede ocurrir.

Si creemos en la democracia participativa, tendremos que luchar por la eliminación de la crispación y el enfrentamiento absurdo, para  que las diferentes opciones políticas pasen a ser rivales democráticos y no “enemigos bélicos”.

Entregar el Estado al Ejecutivo, sin el control propio de la división de poderes, es el primer paso para entrar en un sistema autocrático, Dicho con claridad, en una nueva dictadura, eso sí, legalmente apoyada por un medio Parlamento (mayoritario), que pretende cambiar la democracia participativa por la democracia popular.

No podemos quedarnos quietos ni callados, ha llegado el momento de explicar y convencer a los seguidores de Sánchez y sus adláteres, que el camino del social-comunismo, sin mantener las premisas fundamentales de libertad e igualdad, pueden destrozar todo lo conseguido hasta ahora y devolvernos a las épocas del poder absoluto del gobernante, como ya pasa en varios estados del mundo, y que no llevan a otra cosa que la subyugación del pueblo y la miseria.

¿Es esto lo que queremos para España, para nuestros hijos y para nosotros mismos? Pues si no lo es, ¡manos a la obra! democráticamente hablando.

Miguel Ángel Mulet i Taló