Un proyecto coordinado por el Aula de Arqueología Mediterránea de la UJI y el Museo Arqueológico de Burriana ha desvelado la existencia de estructuras de producción de vino
Las excavaciones realizadas en el yacimiento de Sant Gregori en Burriana han revelado que la villa marítima estaba especializada en viticultura. El equipo de investigación, coordinado por el Aula de Arqueología Mediterránea de la Universitat Jaume I de Castelló, en colaboración con el Museo Arqueológico de Burriana, ha identificado estructuras de producción de vino (cella vinaria) y parcelas agrícolas vinícolas (fundus).
Dada la importancia de los hallazgos, el Ayuntamiento de Burriana y el Museo Arqueológico de la ciudad trabajan para incluir estos terrenos en el proyecto de musealización y valorización del yacimiento.
Todavía no se han encontrado las salas de prensado (torculares), pero sí áreas de almacenaje y otras dependencias anexas, posiblemente destinadas a trabajo y vivienda. Estos edificios, con una posición aislada y orientación este-oeste, están diseñados para protegerse de la acumulación de humedad en el norte y de la excesiva insolación en el sur. También se han identificado huellas arqueológicas de cultivo de la viña, específicamente trincheras de plantación. Este tipo de plantación sería el sulcus mencionado por Columela y Plinio, asociadas con estructuras vinculadas a la vinificación, como los restos de un gran almacén.
En la Hispania romana se han encontrado restos de almacenes, pero solo unos pocos ejemplos de trincheras con evidencias de plantación de viña en el litoral gallego, Badajoz, la Bahía de Cádiz o Huelva. En Sant Gregori se han documentado, hasta ahora, diez trincheras paralelas en excelente estado de conservación, con una orientación nordeste-suroeste. Estas trincheras forman líneas continuas que permitirían la plantación de varias cepas en su interior. En general, su anchura media varía entre 1,1 m y 1,3 m, y la distancia entre ejes oscila entre 2,5 m y 3 m.
Una cuestión importante es la situación de la viña de Sant Gregori, un espacio soleado y abierto junto a una zona pantanosa (palus). Según los escritores Columela y Plinio, en la Antigüedad, los pantanos pontinos y las marismas de Rávena, en Italia, dieron viñas florecientes gracias a las operaciones de drenaje. Los resultados preliminares de la investigación se han publicado en la monografía «Between the land and the sea: on villae maritimae in the Roman West», editada por Scienze e Lettere (Roma) en 2024.
La villa de Sant Gregori, situada a unos 75 metros de la costa de Burriana (por eso es considerada marítima), cuenta con construcciones datadas entre el cambio de era y el siglo IV d. C.. En sus más de 15.000 m² de extensión se han documentado diversas estructuras, como espacios productivos, almacenes, salas calefaccionadas para baños y viviendas.
La extensión de la villa de Sant Gregori es superior a la media de las villas costeras excavadas en la provincia romana Tarraconense, cuya superficie generalmente supera los 10.000 m². El territorio donde se emplaza estaba vinculado, en época romana, al municipio romano de Saguntum. Según los hallazgos de diversas excavaciones arqueológicas, en las zonas planas se proyectaron villas que funcionaron como grandes fincas agrícolas, dedicadas al cultivo de la viña y la elaboración del vino.
En Saguntum, el comercio del vino parece haber ganado relevancia a partir del reinado del emperador Augusto y al menos hasta el siglo II d. C. Algunos pasajes de la literatura latina del siglo II d. C., como los de Frontón y Juvenal, sugieren que el vino saguntino era un producto popular en Roma durante esta época.
A finales de octubre, una veintena de estudiantes de las universidades de Castelló, València, Potsdam y Macerata participaron en la tercera edición del Curso Internacional de Arqueología y Culturas del Mediterráneo Antiguo, realizando trabajo de campo en la villa de Sant Gregori. Esta actividad fue organizada por el Aula de Arqueología Mediterránea de la UJI en colaboración con el Museo Arqueológico de Burriana y las universidades de Potsdam (Alemania) y Macerata (Italia).
En los laboratorios del Museo, los estudiantes tuvieron la oportunidad de trabajar con los materiales extraídos en la excavación arqueológica, desde su documentación hasta el proceso previo a su restauración y exposición. Además, participaron en la validación de la aplicación de realidad aumentada ARChaeoUrn, desarrollada dentro del proyecto ArchaeoPills (Face to face with practical archaeological training in higher education), financiado por el programa Erasmus+. Esta aplicación permite seguir los pasos para excavar una urna funeraria, accediendo a los huesos incinerados y materiales del ajuar funerario contenidos en su interior.