Lo ha confirmado la Ministra: la profanación de los restos mortales del Generalísimo no es por la reconciliación, es pura venganza.

Lo ha confirmado la Ministra: la profanación de los restos mortales del Generalísimo no es por la reconciliación, es pura venganza.

Escrito por Tomás García Madrid en El Correo de Madrid

El pasado viernes 11 de octubre la ministra María del Carmen “No bonita” Calvo Poyato realizó una surrealista comparecencia ante los medios de comunicación para anunciar “urbi et orbi” que la profanación de los restos mortales del Generalísimo tendría lugar “no más tarde del 25 de octubre” y de paso volver a regurgitar su odio en forma de burdas mentiras (“triunfo de la democracia”, “fin de la Transición”, “reconciliación”, “cierre de heridas”, “concordia”, etc.) y grotescas hipérboles (“no se puede consentir que un dictador esté enterrado con honores de Estado”). Hasta ahí todo conforme al guion, un acto electoral más a costa de los sentimientos y la dignidad de millones de españoles.

Sin embargo, con lo que no contaba María del Carmen “No bonita” es que junto a ella iba a comparecer un bípedo parlante con aspecto de mujer, una tal Dolores “Lola” Delgado García, la compadre de Villarejo y de Garzón, esa feminista a la que le parece estupendo que para obtener información se use a prostitutas y que algunos colegas suyos del juzgado tengan sexo con menores en algún país hispanoamericano, que ocupa –aunque parezca imposible– el Ministerio de Justicia. Pues bien, a ‘la Lola’ la traicionó el subconsciente y en un alarde de sinceridad y de incontinencia verbal eructó con indisimulado regocijo la frase que confirma lo que muchos sabíamos: “ESTA ES LA PRIMERA VICTORIA DE LOS VENCIDOS”.

La frase tiene un fondo de verdad, pues cualquiera que conozca aunque sea someramente la historia de nuestra Cruzada sabrá que el ejército rojo (salvo la efímera toma de Teruel –que les duró cinco semanas- y la victoria defensiva contra las tropas italianas en la batalla de Guadalajara) fue de derrota en derrota. Efectivamente, es la primera victoria de los vencidos, pero no desde 1939, sino desde el 18 de julio de 1936, aunque –claro está– no es sobre los que les derrotaron, que por desgracia para España ya no viven y a los que jamás habrían vencido ni en una sola escaramuza, sino sobre sus aborregados y cobardes descendientes, que les hemos permitido llegar hasta aquí.

La frase, aparentemente intrascendente, es la prueba irrefutable de que los preámbulos de la infausta Ley de Mentira Histórica de 2007 y del nauseabundo decreto 10/2018 que habilita al Gobierno para profanar la sepultura del Caudillo, así como todos los discursos en los que intentan justificar esta y otras tropelías y en los que repiten hasta el aburrimiento la palabra “reconciliación” son una mentira, pura patraña: se trata simple y llanamente de VENGANZA, de intentar ganar, 80 años después de que finalizara, una guerra que ellos provocaron y que perdieron estrepitosamente a pesar de que contaban con medios materiales y humanos muy superiores y con todas las ventajas que otorga el tener a su servicio a todo un Estado, aunque fuera un Estado en descomposición por culpa de ellos.

La frase en cuestión es también muy alarmante: no dijo “Esta es una victoria de los vencidos”, dijo “Esta es la primera victoria de los vencidos”, es decir, que esperan conseguir más victorias. ¿Y que son para esta gentuza las victorias? Como para todo el mundo, una victoria es alcanzar los objetivos que se proponen. ¿Qué objetivos se proponen los que no solo han reabierto una herida que estaba cerrada y bien cerrada sino que están echándole sal y ponzoña para que se gangrene definitivamente?: ya nos lo enseñaron entre 1931 y 1939. Quieren completar lo que iniciaron el 14 de abril de 1931, que enseñó su verdadera cara a partir de octubre de 1934, y que si no es por el general Franco y por otros cientos de miles de militares y civiles que se alzaron contra la revolución y la anarquía hubieran conseguido: destruir España y todo lo que representa; acabar con la Iglesia y con los católicos (“España ha dejado de ser católica”); acabar con la tradición y la cultura milenaria de nuestra Nación; exterminar a lo que ellos llaman “poderosos”, volviendo a la ya casi prehistórica lucha de clases; coartar hasta la asfixia las libertades individuales más cotidianas; atacar a la propiedad privada a base de impuestos expropiatorios o limitaciones insoportables a la disposición de tus propios bienes, cuando no incautaciones por un supuesto “interés público”; terminar con la separación de poderes, anulando la independencia de los jueces, lo que por cierto ya han conseguido; y, en definitiva, llevarnos a lo que antes llamaban “dictadura del proletariado” y que ahora se viste de chavismo, de kirchnerismo o de cualquiera de los llamados “populismo de izquierdas”, pues estos energúmenos que se llenan la boca autodefiniéndose como “demócratas” y “amantes de la libertad” son cualquier cosa menos eso. Y, por supuesto, enriquecerse cuanto puedan a costa de la miseria de los españoles.

Se confirma, por desgracia, lo que unos pocos valientes que no se dejan abducir por el pensamiento único y por la corrección política llevan diciendo desde que el infame Rodríguez Zapatero, en la sesión parlamentaria en la que fue investido Presidente del Gobierno, dedico su victoria electoral –cimentada sobre los cadáveres de 191 inocentes asesinados– a su difunto abuelo: un militar chusquero que se rebeló contra sus superiores, en tiempos de guerra, y que en aplicación del Código de Justicia Militar vigente en aquel momento fue condenado a muerte y ejecutado. Ese día se empezó a ver que las ratas, que habían esperado pacientemente durante casi treinta años a que se dieran las condiciones propicias, iban a empezar a salir de sus madrigueras a propagar la peste del rencor y del odio y a intentar ganar, con efecto retroactivo, la guerra que no fueron capaces de ganar sus abuelos.

‘La Lola’ ha tenido la gentileza de advertir de lo que les espera, si no hacen nada por evitarlo, a todos esos melifluos y cobardes que justifican su inacción frente al terrible atropello que se va a llevar a cabo contra un héroe de Guerra, un soldado ejemplar y un Jefe de Estado modélico llamado Francisco Franco en base a que “eso son cosas del pasado, hay que mirar al futuro” o “qué importancia tiene donde esté enterrado Franco, si al fin y al cabo el no dijo que quisiera ser enterrado en el Valle de los Caídos” o memeces similares y a todos esos ingenuos que piensan que este es el final, cuando es solo el principio. Ya os lo ha dicho ‘la Lola’: esta es su “primera victoria”, vendrán otras después –si les dejamos–, y las siguientes no serán a costa de la memoria del Generalísimo, sino que serán a costa de vuestros principios, de vuestro estilo de vida, de vuestro patrimonio y del futuro de vuestros hijos.

Podéis seguir metiendo la cabeza bajo el ala, como las gallinas asustadas, haciendo como si os creyerais de verdad que este atropello es en aras de la reconciliación y todas las demás mentiras que esputan para justificar sus fechorías, pero todos sabemos que no se trata de eso, que se trata simple y llanamente de VENGANZA. Y la venganza no alcanzará solo a los restos mortales del general Franco, alcanzará a todos los que estas fieras consideren que son, de un modo u otro, herederos de los que entre 1936 y 1939 les derrotaron y entre 1939 y 1975 hicieron de España una nación UNIDA, GRANDE, LIBRE y PROSPERA. Nos alcanzará a ti y a mí, a tus hijos y a los míos.

No lo digo yo, lo ha dicho ‘la Lola’, probablemente la primera vez que ha dicho una verdad en su vida y la última que tiene intención de hacerlo: esta es su primera victoria. Depende de nosotros, por la cuenta que nos trae, que sea también la última.