Esta rogativa tiene sus raíces en la época medieval y se lleva a cabo de la misma manera, con la única diferencia de que incluye peregrinas, desde al menos 1575.
Hoy, a las cinco de la mañana, doce mujeres y hombres salieron de Portell hacia el ermitorio de Sant Pere de Castellfort, cumpliendo así con una tradición ancestral de más de cinco siglos de historia. Su peregrinación tuvo como propósito pedir al apóstol agua, salud y paz. Los doce peregrinos fueron: Emilio Monfort, Chimo Alcón, Esperança Martí, Ismael Gil, Rafael Ferrer, Isabel Romero, Juan Carlos Mestre, Ramon Folch, Begoña Querol, Maria Jesús Cruz, Mario Milián y Cesar Querol.
El recorrido comenzó en la oscuridad de la noche. Atravesaron la Rambla Cellumbres sobre el histórico puente y se dirigieron hacia Sant Pere de Castellfort. Al llegar a la ermita, la campana anunció su llegada, y antes de ingresar, los peregrinos besaron el suelo y saludaron al pueblo que los vio partir, Portell. Pasaron el día en Sant Pere, una tradición que solía llevarlos a Castellfort en el pasado, pero que ahora se mantiene en la ermita.
Por la tarde, iniciaron el camino de regreso a Portell bajo el oscurecer del día. Al llegar a Portell, entraron por la ermita de la Esperanza. Antes de ingresar, realizaron el mismo ritual que en Sant Pere: se quitaron el gorro, saludaron hacia Castellfort, besaron el suelo y entraron en la ermita.
Todo el pueblo salió a recibirlos. Desde la ermita de la Esperanza, subieron en procesión hasta la iglesia, donde se dio por finalizada la peregrinación.
Els pelegrins
Esta rogativa, conocida como ‘Els Pelegrins’, tiene su origen en el periodo medieval y se realiza de la misma manera, con la excepción de la inclusión de peregrinas, desde al menos 1575. Es una de las pocas peregrinaciones en la Comunidad Valenciana que mantiene su misticismo, religiosidad y rigurosidad.
Según la leyenda, ‘Els Pelegrins’ se originó con trece hombres que viajaron a Roma a pie para pedir al Papa una bendición que llevara salud y agua a su pueblo. Solo uno de ellos logró regresar a su hogar catorce años después, con la promesa de ir a la ermita de Castellfort para honrar a Sant Pere, el primer Papa, quien también podría conceder su petición.