Resiliencia en tiempos modernos

Resiliencia en tiempos modernos

Esta habilidad no implica simplemente superar el dolor o la tristeza, sino aprender y crecer a través de las experiencias difíciles.

 

Adaptarse al cambio y salir fortalecido de las adversidades que nos vamos encontrando en el camino es una cualidad fundamental que define la vida y en particular la experiencia humana.

En un mundo dinámico que constantemente nos desafía con sorpresas, obstáculos y pruebas, la resiliencia emerge como un faro de esperanza y fortaleza que no solo es un atributo personal, sino un recurso necesario para enfrentar los desafíos de la vida cotidiana. Como ejemplo de todo ello, nuestras abuelas y ancestros son referentes en la capacidad de recuperarse frente a las dificultades y podemos tomarles como modelo para aprender de ellos.

La palabra «resiliencia» proviene del latín «resilio», que significa «rebotar». En el contexto psicológico, se refiere a la capacidad de una persona para recuperarse emocionalmente frente a situaciones difíciles. La resiliencia está formada por tres componentes esenciales: 1) la capacidad para afrontar, 2) la capacidad de continuar desarrollándose y 3) la capacidad de aumentar las competencias (Infante, 2005; Rutter, 2012). Esta habilidad no implica simplemente superar el dolor o la tristeza, sino aprender y crecer a través de las experiencias difíciles.

La historia está repleta de ejemplos de resiliencia como las vidas de Nelson Mandela, Victor Frankl, Rosa Parks, Stephen Hawking, Ana Frank, Maria Curie, o Ernest Shackleton.

También las de miles y miles de personas anónimas que han llevado vidas increíbles superando traumas personales y comunidades enteras que se han recuperado de desastres naturales o conflictos como en África, durante la Segunda Guerra Mundial o actualmente en Ucrania, Palestina y otras situaciones con menos impacto mediático.

Uno de los aspectos más fascinantes de la resiliencia es su universalidad:

No discrimina género, edad, raza o posición social. Todos, en algún momento de la vida, nos enfrentamos a pequeños o grandes desafíos que ponen a prueba nuestra capacidad para adaptarnos y superarnos.

La resiliencia no solo beneficia a los individuos, sino también a las comunidades en su conjunto. La reciente historia nos recuerda que en situaciones de crisis ( económica, conflictos, refugiados, pobreza, COVID), las familias, los amigos y comunidades resilientes pueden unirse, compartir recursos y trabajar juntas para intentar superar desafíos significativos. Este sentido de solidaridad fortalece el tejido social, nos hace más humanos y crea cimientos más sólidos para el futuro.

La psicología moderna ha profundizado en el estudio de la resiliencia identificando factores clave que contribuyen a su desarrollo. Entre ellos se encuentran el apoyo social, (tan olvidado en “nuestra” sociedad hiperindividualista), la autoeficacia, la capacidad para establecer metas realistas y la capacidad de regular las emociones agradables. Cabe destacar que esta facultad humana no es simplemente una característica innata, sino también una habilidad que puede potenciarse y desarrollarse a lo largo del tiempo.​

Es esencial destacar que la resiliencia no implica evitar el dolor o la tristeza, sino “integrarlos” como parte holística del proceso de recuperación.

Aprender a gestionar las emociones, buscar ayuda cuando sea necesario y mantener una perspectiva optimista son componentes clave para superar los momentos difíciles.

La resiliencia se erige como una fuerza motriz que impulsa a las personas a superar las adversidades y a las comunidades a unirse en tiempos de necesidad. Cultivar esta habilidad no solo beneficia a los individuos a nivel personal, sino que también contribuye a construir sociedades más fuertes y cohesionadas. En un mundo en constante cambio, la resiliencia se revela como motor necesario para vivir, recordándonos que la capacidad de recuperación es una fuerza innata dentro de cada uno de nosotros.

Asimismo, al igual que sucede con la resiliencia, la autoconciencia es un elemento clave para enfrentar adversidades. Ya en el templo de Apolo estaba inscrito: «Conócete a ti mismo», y este conocimiento permite trazar metas realistas considerando nuestras debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades (DAFO) y esto es fundamental, al igual que su constante revisión.

Las principales características que ayudan a lograrlo serían:

1. Ante situaciones difíciles, las personas resilientes no solo intentan reponerse, sino que transforman la experiencia en algo útil.

Henko es un concepto japonés que significa cambio vital transformador en el que no hay posibilidad de retorno al estado inicial, へ ん こ う

2. Confianza en tus propias capacidades: Conscientes de sus habilidades, las personas resilientes confían en lo que pueden lograr. Aún así, reconocen la importancia del trabajo en equipo y saben cuándo pedir ayuda.

3. Asumir dificultades como oportunidades de aprendizaje: Enfrentar las crisis como oportunidades para aprender y crecer, sabiendo que la adversidad es temporal y el futuro depende de cómo reaccionen. Meditar sobre la impermanencia de la existencia puede resultar de gran ayuda. En una de mis estancias en Jerusalén aprendí el concepto Emuná, estar en calma sin tener todas las respuestas ( אמונה )para actuar óptimamente en situaciones difíciles.

4. Mindfulness: Practicar la atención plena, viviendo en el presente, disfrutar de momentos de silencio aceptando las experiencias tal como son y sacándoles el máximo provecho.

5. Optimismo realista: Es importante ver la vida objetivamente, pero a través de un prisma optimista, centrándose en los aspectos positivos y disfrutando de los desafíos del día a día.

6. Círculo social positivo: Rodearse de personas con actitudes que sumen, cultivando amistades que nos proporcionan un sólido apoyo emocional y por ende alejarse de las personas con actitudes tóxicas o indiferencia.

7. Control emocional: Regular las emociones, aceptando la incertidumbre y centrándose en cambiar la perspectiva desarrollando la inteligencia emocional como bien describió Daniel Goleman.

8. Humildad: La mayoría de la gente suele creer que su cultura es el centro del mundo y el eje de la historia, pero no es así. La historia de la humanidad empezó mucho antes que las culturas actuales y continuará, tal vez, tras ellas, como bien nos relata Yuval​ Noah Harari en Sapiens y 21 lecciones del siglo 21 pues es importante revisar y deconstruir la percepción etnocentrista con humildad.

9. Flexibilidad ante los cambios: A pesar de tener metas claras, ser lo suficientemente flexible como para adaptar los planes y cambiar objetivos cuando es necesario. Tener flexibilidad cognitiva y ampliar las estrategias adaptativas así como revisar las expectativas suele ser ejercicios muy positivos.

10. Tenacidad en propósitos: Desarrollar perseverancia, constancia y capacidad de lucha aprovechando el flujo natural de la vida suele dar grandes resultados.

11. Afrontar adversidad con humor: Acentuar el sentido, en la medida de los posible, que permita reírse de la adversidad y enfocarse en lo positivo también puede ayudar.

12. Buscar apoyo: Cuando se enfrentan situaciones traumáticas, valorar el apoyo familiar y social es crucial pero buscar la ayuda de profesionales como psicólogos o médicos es necesario.

La redsilencia (término acuñado por la psiquiatra Rosa Molina) o red de apoyo social ha demostrado ser un elemento crucial en la construcción de la resiliencia. Ya sea en el ámbito familiar, en el comunitario o en el ámbito laboral, contar con una red de apoyo sólida puede marcar la diferencia entre sucumbir ante la adversidad o emerger más fuerte. La conexión humana sana, el poder interior, el entendimiento mutuo y la empatía crean un entorno propicio para la recuperación y el crecimiento personal.

Como cierre reflexivo, quisiera compartir la cita resignificada de G. Michael Hopf, quien expresó,

Los tiempos difíciles crean personas fuertes, las personas fuertes crean tiempos fáciles, los tiempos fáciles crean personas débiles y las personas débiles crean tiempos difíciles.

Y será cuestión de plantearnos en qué fase nos encontramos en este ciclo.

Dionís Montesinos, bombero H y estudiante de psicología.