La asociación Moviendo el Arte de Ludiente festeja este fin de semana las segundas Jornadas del Pan, que bajo el lema 130 años de historia busca poner en valor la memoria del Horno de Pan Cocer de Ludiente. Un ejemplo del siglo XIX de economía del bien común.
Es un proyecto que empezó en dos mil veintiuno con la restauración como espacio cultural del antiguo horno moruno del pueblo. Merced a una serie de entrevistas y a la compilación de documentación e imágenes aportadas por los vecinos, la asociación ha recuperado una parte esencial del pasado de Ludiente, que se presenta este viernes ante todos y cada uno de los vecinos y vecinas.
El Horno de Pan Cocer se creó en 1886, por un movimiento asociativo vecinal por el bien común, para cubrir una necesidad esencial, cocer el pan, un comestible esencial. Unas sesenta familias crearon una sociedad y levantaron un horno que funcionó a lo largo de más de un siglo de forma comunitaria.
Eran años bastante difíciles en los que la población no disponía de dinero, mas donde cada una de las etapas de la preparación del pan (plantar, trillar, moler, masar y cocer) se efectuaban en el pueblo a través de una rueda de subsistencia de manera que el alimento quedaba garantizado sin manejo de dinero. La gente que tenía tierras plantaba trigo y los que no, lo lograban a cambio de jornales. Igual ocurría en los molinos del pueblo, pagándose la molienda con sacos o talegas de harina. Y por último y merced al horno comunitario, se cocía el pan a cambio de una pequeña una parte de la masa.
El Horno en Ludiente fue un espacio reservado para las mujeres, que fueron las que siempre y en todo momento se ocuparon de hacer de horneras. Los hombres de la familia traían la leña, llenaban el horno y de madrugada lo encendían. Por la mañana, cuando se barría la ceniza para dejar el horno listo para cocer, eran las mujeres las encargadas de introducir el pan en el horno observar la cocción y extraerlo una vez cocido. Era un trabajo duro ya que el horno era muy grande.
Asimismo eran las mujeres las encargadas de hacer el pan para toda la familia. En todas y cada una las casas había una artesa donde se realizaba la masa, que se fermentaba con la masa madre guardada del día precedente. La masa envuelta en los mandiles, se ponía en las cestas y se llevaba al horno, donde se cocía a cambio de una pequeña cantidad de masa llamada la poya que se pagaba a la hornera. Así, se podía tener pan sin necesidad
de dinero.
El horno de Ludiente y su modelo de funcionamiento fue un caso cooperación, que nos enseña como en los instantes duros la unión es precisa para salir de las situaciones más difíciles. El horno de pan cocer, sacó lo mejor de nuestras gentes, y por este motivo representa un caso claro de colaboración vecinal.