Tres cruces, tres, son las que tiene soportar la ciudad de Castellón todos los días, amén de otras tantas por el desgobierno y la falta de gestión municipal.
Tres cruces, tres (están clavadas como reza la copla) son las que tiene que soportar la ciudad de Castellón todos los días, amén de otras tantas en un desgobierno y falta de gestión municipal.
La primera, y nunca mejor dicho, la decisión de la justicia de restaurar la cruz de Ribalta tras el fallo del recurso que presentó Abogados Cristianos contra el traslado del lábaro de su ubicación a la parroquia de Santo Tomás de Villanueva en cumplimiento (equivocado) de la Ley de Memoria Histórica ordenado por el equipo del Acord de Fadrell (PSOE-Compromís).
Una resolución judicial aceptada por el Partido Popular gobernante en el consistorio con satisfacción, aunque no exenta de escepticismo y ambigüedad calculada.
Mucho ponerse las manos a la cabeza cuando se produjo el traslado del madero, pero ahora que es hora de cumplir una de sus promesas electorales y del pacto con Vox, devolver a Ribalta un crucero que estaba resignificado y no tenía ninguna relación con el franquismo, no moverán ni un dedo. En este sentido, tampoco Vox ha mostrado demasiado interés en cumplir con lo prometido y se ha puesto de perfil.
En la ciudad del sí, pero no, sino todo lo contrario, otra cruz, otra contradicción, otro desafuero.
El PP, copiando a otro partido político, prometió comprar para la ciudad el Cine Rex, en la flamante calle Asensi, y se anunció a bombo y platillo que iba a ser muy próxima la compra. No solamente, el equipo municipal de Gobierno no ha adquirido el Cine Rex, sino que ahora en el edificio aparece un cartel de una inmobiliaria con el lema: Se vende. ¿?.
Promesas, promesas, promesas…
La tercera cruz, sufrida por los vecinos, aunque parece que les importe muy poco, el cierre del centro de salud de la Marjalería. Más de un año sin prestar servicio y escasas quejas vecinales. Eso sí, no falta una oficina de información urbanística dirigida por un enchufado para intentar arreglar lo que no tiene solución como es la reordenación urbana de la Marjalería. Todo es tan kafkiano y estúpido.
Vicente Cornelles Castelló
Escritor y periodista