¿Censurar los pactos con el extremo constitucional de la derecha? ¿O aplaudir los pactos con el extremo anticonstitucional de la izquierda?
Todo empieza cuando el PSOE y sus medios de comunicación afines intentan intoxicar la opinión pública, argumentando que sus pactos con la extrema izquierda anticonstitucional son buenos y los del PP con la extrema derecha constitucional son malos.
Cada uno tiene sus planteamientos propios que serán aceptados o rechazados por unos y otros de diferente forma. Pero mirando a los dos extremos, es una realidad que los cargos electos de VOX juraron o prometieron la Constitución adecuadamente y con convicción y los de COMPROMIS y CASTELLÓ EN MOVIMENT en su día, no lo hicieron, porque ni aceptan la Constitución ni creen en ella, reivindicando con palabras y hechos otro tipo de sociedad. Aspirando estos últimos a una democracia popular (que no es Democracia, sino autocracia),en una deseada nación desmembrada, que no tiene nada que ver con una auténtica democracia defensora de la Nación española, de nuestra realidad autonómica y local y de los intereses de sus ciudadanos.
Cuando la sociedad así lo decide en las urnas, se exigen los “pactos de gobierno” en los que todas las partes tienen que ceder, renunciando a algunos de sus compromisos electorales por el bien común y en nuestro caso, de Castellón de la Plana y los castellonenses.
A lo largo de nuestra corta historia democrática local el segundo “pacto de gobierno”, fue el desarrollado entre el partido socialista de Daniel Gozalbo y el centro derecha de Hipólito Beltrán, que pese a sus loables esfuerzos, resulto totalmente ineficaz, sembrando la ciudad de conflictos vecinales.
Después de pasar por las tres décadas gobernadas por José Luis Gimeno y Alberto Fabra que supusieron el auténtico cambio de Castellón y el logro del orgullo de capitalidad, vienen los pactos entre socialistas, nacionalistas y comunistas, la triste época de Amparo Marco.
Solo daré dos datos, nunca se vieron más incumplimientos de apartados de los documentos firmados, ni más dimisiones y ceses de concejales por discrepancias con la alcaldesa. El resto ya lo conocen, una época de escasas realizaciones, mala gestión, nula y sectaria participación vecinal, confrontación social con revanchismo institucional y nefasta utilización de los recursos europeos, que fueron muchos y ese aspecto reivindicativo sí que hay que reconocérselo, pero como digo y vimos, muy mal utilizados.
El “Pacto de Fadrell” y el posterior del “Grao”, actuaron claramente en contra de los principios de libertad, respeto y de los intereses reales de la ciudadanía, manifestándose a lo largo de dos periodos de mandato en un sinfín de desacuerdos y confrontaciones, que solo contribuyeron a la inestabilidad del gobierno local y a la mala gestión del gobierno de la ciudad. Penalizado democráticamente con total claridad, en las últimas elecciones locales..
El pacto del centro derecha con la extrema derecha (PP-VOX), a día de hoy y después de un año, ha sido y es un claro ejemplo de compromiso de gobierno bien entendido y bien practicado.
Claro que ha habido discrepancias y disparidad de criterios (ocurre también dentro de las propias formaciones) pero se han resuelto “dentro de casa” y satisfactoriamente para los vecinos.
La “gran acusación” de la izquierda (ver para creer) son los “roces” surgidos en el equipo de gobierno sobre la “cruz de Ribalta”, que ya no existe y que está perfectamente recogido en el documento del pacto de gobierno para ser sustituida por un monumento-escultura en contra de la violencia (de todo tipo); los “puntos violeta”, que tras un intenso debate se resolvió con el compromiso de todo el equipo de gobierno para no ceder un ápice en la lucha contra la violencia que sufren las mujeres y el “Día del Orgullo” que un año más, después del debate interno pertinente, se ha desarrollado con total normalidad.
En este momento gozamos de un compacto equipo de gobierno liderado por Begoña Carrasco y que después de un año se presenta ante la ciudadanía con un importante bagaje de realizaciones y con el adecuado encauzamiento de los compromisos electorales para los tres años restantes, como por ejemplo la finalización de la Ronda de Circunvalación o la ejecución del nuevo Hospital General.
Se ha recuperado la auténtica “participación ciudadana”, reactivando los foros ya existentes y dando voz a entidades, asociaciones de vecinos, empresas y otras organizaciones, escuchando y atendiendo sus problemas reales.
Actuando en consecuencia con el compromiso adquirido y en beneficio de la ciudadanía, se ha reducido la carga impositiva en cuatro millones durante el primer año, con bajada del IBI, exenciones a la hostelería, reducción de plusvalías o “congelando” los recibos de basuras.
Los liberales estamos convencidos de que la mejor “política social” es la creación de empleo y en ese sentido se han incrementado los cursos de “Formación a la carta” e impulsado uno de los mayores parques logístico e industrial del arco mediterráneo, directamente comunicado con las instalaciones portuarias, que se convertirá en auténtico polo de atracción de inversiones.
Y así podríamos seguir en todas las áreas: seguridad, limpieza, cultura, turismo, fiestas, etc.
Un auténtico y beneficioso “pacto de gobierno” por y para la ciudadanía que pese al esfuerzo de agoreros por descalificarlo, a día de hoy y después de un año, goza de extraordinaria salud, es consecuente con lo firmado y consigue su objetivo que no es otro que recuperar la tranquila convivencia, mejorando la calidad de vida de los castellonenses.
Miguel Angel Mulet i Taló