Carta del Obispo de Segorbe-Castellón, D. Casimiro López Llorente, de este domingo dedicada a la clase de religión.
Un bien para todos
Bastante accidentado por el coronavirus, el curso escolar toca a su fin y hay que ir preparando el próximo. La Consellería de Educación ya ha dado a conocer las fechas para la admisión en la distintas etapas, que este año deberá hacerse por vía telemática.
Cada año me dirijo a los padres y madres católicos para recordarles la importancia de elegir para sus hijos la asignatura de Religión. Esta asignatura ha de ofrecerse en todos los centros educativos, públicos y privados, en Infantil, Primaria, ESO y Bachillerato; pero los padres o tutores han de pedirla expresamente para sus hijos en el momento de la matriculación o de la inscripción, si así lo desean.
Entre otras muchas razones, la clase de religión es importante para la educación integral de los alumnos, su formación moral y la comprensión de nuestra historia y cultura. Les ayuda a ser personas equilibradas, veraces, libres, responsables, solidarias, abiertas a Dios y a la esperanza; y también a crecer en la convivencia y la solidaridad que sólo es posible si se basa en la verdad y en una correcta comprensión de la persona humana. La clase de religión les propone un modelo de la persona humana basado en Jesucristo y en la acogida y respeto de la dignidad de todo ser humano y de la naturaleza creada. Además, la clase de religión es fuente de virtudes y de valores.
En estos momentos de pandemia creo que es importante resaltar que esta asignatura ayuda a los alumnos a plantearse una cuestión crucial en la vida, si se la quiere afrontar de un modo consciente y responsable: el sentido a la propia existencia. El coronavirus ha cuestionado nuestras falsas seguridades y nuestro bienestar material. El modelo de vida materialista, egoísta, hedonista y utilitarista se ha venido abajo. Nos vemos frágiles, vulnerables, finitos y mortales. La incertidumbre y la inseguridad ante nuestro futuro y el de nuestro mundo nos agobian. De otro lado, hemos experimentado que nuestro planeta es una aldea global y hemos descubierto la necesidad de ser solidaros los unos con los otros. Hoy somos más conscientes de que hemos de cuidar y respetar la naturaleza creada por Dios. En esta situación hemos de ayudar a nuestros hijos a preguntarse sobre lo verdaderamente importante en la vida y sobre las bases sobre las que se debe construir la existencia personal, social y universal. Necesitamos un cambio profundo de mentalidad, de actitudes y de planteamiento vital. A ello les ayudará la clase de Religión al ofrecerles a Jesús como modelo de vida y fuente de esperanza. Será un bien para todos: los alumnos, las familias, la sociedad y la Iglesia.
XCasimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón