Concentrar el poder en una persona es autocracia, materializada históricamente con monarquías absolutas y dictaduras.
De siempre conocido como el “abusón” en los colegios y como el “chulo macarra” en la calle, hoy en día son llamados “bullies” en el marco académico y prepotentes, perdonavidas o “arrogantbully” en la urbe.
Y no va este artículo de lenguajes populares (lenguaje vulgar en mi Bachiller), sino de unos acontecimientos de extrema gravedad, que AMENAZAN PELIGROSAMENTE nuestro Estado Democrático, que ha permitido conseguir el más alto nivel de derechos, libertades y calidad de vida del pueblo español en su historia.
Después de salir con prisas del Parlamento en la periódica sesión de control, el Presidente del Gobierno en un claro desprecio a la más alta representación de la soberanía popular, se acercó a “Radio Televisión Española” (ente de dudosa imparcialidad), para amenazar a la oposición, a los jueces, a los periodistas y por ende a alguno de los principios básicos de la democracia y nuestra Constitución.
Como consecuencia de lo que él considera persecución de los jueces (“lawfare” o guerra sucia judicial), en relación con las denuncias y seguimiento judicial “sufridos” por su mujer y su hermano, planteó con total descaro, quitarle al Poder Judicial el nombramiento de los jueces y lo remató con una amenaza en tono y actitud no propio de un Presidente de Ejecutivo democrático, chantajeando despóticamente a que o el Partido Popular se somete a sus criterios particulares o ejecutará la amenaza en quince días.
Pero sigue sin decir públicamente que la única condición que pone el PP, recogida ya en sus últimos programas electorales, es que se estudie y apruebe una formula consensuada parlamentariamente, para que a partir de ahora los jueces sean elegidos por los propios jueces. Reforzando así la separación de poderes exigida a cualquier sistema democrático liberal.
No irá muy desencaminada la oposición, cuando el presidente del Consejo General del Poder Judicial, indica a Pedro Sánchez, que ese no es el camino, que debe ser más prudente al proponer una injerencia inaceptable en la renovación y nombramientos de jueces y del propio Consejo General.
La segunda amenaza va en la línea de coartar la libertad de expresión y la de información. Y con mayor descaro, arrogancia e incluso malvada ironía, también amenazó con crear una norma y órgano que pueda regular contenidos, formas y opiniones propias de periodistas, articulistas y contertulios, formula que nos recuerda a la conocida “censura” de los sistemas dictatoriales.
¿Son propuestas fruto de la circunstancia desfavorable en la que se encuentra él y su familia, o una estrategia más para distraer la atención de otros graves y reales problemas que sufre el Ejecutivo, sus propios partidos y lamentablemente España?
Y en el colmo del despropósito, se arroga una dudosa legitimidad democrática, apoyado por socios del Gobierno como Gabriel Rufián, destacado independentista y enemigo declarado de la Nación Española, quien se manifiesta y queja de la existencia de «tabloides digitales» que a su juicio difunden «bulos» y del desequilibrio “fachosferico” que en su opinión aqueja a las tertulias de la radio y la televisión.
Todos tenemos nuestra parte de responsabilidad en denunciar el mal y luchar por el bien.
Los políticos, los colectivos reglados, las propias instituciones, pero también los ciudadanos. Estos últimos no solo en el momento de depositar su voto, sino participando también en la vida socio-política y manifestándose con claridad y contundencia en contra de desmanes y desvaríos.
Después de visionar y vivir capítulos como el de la Fiscalía General del Estado y su clara afinidad, en los dos últimos nombramientos, con el Partido Socialista y el propio Sánchez.
Después de ver el ataque frontal a la libertad de expresión e información.
No nos cabe ninguna duda de que consciente o inconscientemente, se está “cargando” la “calidad democrática”, que Sánchez asegura goza de buena salud, al mismo tiempo que anuncia para este verano un “paquete de calidad democrática” es decir un importante conjunto de acciones,”supremaeauctoritatisdecretum” que regulen la calidad democrática a su gusto e interés.
Pedro Sánchez, o ha perdido la noción de la realidad o es un “déspota de libro”. Una cosa es REGULAR y otra muy diferente CONTROLAR.
Concentrar el poder en una persona, es conocido en todos los tratados filosóficos y políticos como autocracia; y se encuentra materializado a lo largo de la historia y en todas las culturas del mundo, en monarquías absolutas y dictaduras.
Si esperamos que la solución nos caiga del cielo, “vamosapañaos”. Debemos analizar, reflexionar y valorar, ACTUANDO EN CONSECUENCIA, si queremos una sociedad libre, plural, tolerante y respetuosa con los derechos del ser humano, o que una sola persona y sus adláteres, decidan por nosotros y nos obliguen a vivir como ellos consideran oportuno y a ellos interesa y beneficia.
Miguel Angel Mulet i Taló