Cuatro alpinistas de la provincia emprenden en 48 horas el ascenso a su “cumbre soñada” en el país de los sherpas: “Ama Dablam es técnicamente compleja, porque está muy expuesta”
Ama Dablam significa en nepalí ‘el collar de la madre y de la perla’. Un nombre épico para la igualmente épica expedición castellonense que, en poco más de 48 horas, emprenderá un grupo de seis alpinistas hacia la cumbre de la considerada como la montaña más bella del mundo, que se alza majestuosa a 6.812 metros de altitud, en el valle del Khumbu, en pleno corazón de Nepal, el país de los sherpas.
Coronar el Ama Dablam, a los pies del monte Everest, en la cordillera del Himalaya, es el reto que iniciarán el próximo 29 de noviembre. La expedición culminará con su regreso a ‘territorio patrio’ en plena Nochebuena, marcando un hito para el alpinismo provincial.
“Es la primera expedición castellonense que se organiza para ascender esta cumbre”, explica Carlos Pitarch, alpinista de Borriol y experimentado ‘ochomilista’, con cimas como el Cho Oyu. Pitarch es, además, el único miembro de la delegación provincial que ha subido al Everest y habitual colaborador del reconocido polarista Ramón Larramendi en Trineo de Viento.
Junto a Pitarch, integran este reto:
- José Manuel Zapata, natural del Grau, impulsor de la expedición y con experiencia en cumbres como el Kilimanjaro, Monte Kenya, Aconcagua o Chopicalqui.
- Manuel Renau, de Almassora, quien cuenta con más de 30 años de experiencia en montañismo, destacando ascensos en los Alpes, Islandia, Los Andes, y la cordillera Pamir.
- Manuel Castillo, alpinista y escalador de Vila-real, quien ha coronado los 7.105 metros del Korceneskaya en la cordillera Pamir.
El equipo se completa con figuras de fuera de Castellón:
- Ramón Portilla, madrileño, una leyenda del alpinismo español con varios ochomiles en el Himalaya y Karakorum. Fue el primer español en ascender las ‘7 cumbres’ y colaborador del programa Al filo de lo imposible.
- Óscar Cardo, de Albacete, experimentado montañero y ‘ochomilista’.
- El alpinista Pablo Martín, que acompañará al equipo hasta el campo base del Everest, a 5.300 metros, en la primera fase de aclimatación.
Tres fases para un reto monumental
- Fase de aclimatación
Los primeros 12 días serán clave para que el cuerpo se adapte a la altitud y a la falta de oxígeno. “Es una cumbre técnicamente muy exigente”, advierte Carlos Pitarch, debido a su exposición y a las bajas temperaturas de hasta -30ºC, además de los fuertes vientos propios del invierno. El trekking partirá desde Lukla (2.860 metros) y llegará hasta el Kala Patthar (5.630 metros), con visitas al campo base del Everest y vistas de cuatro de los 14 ochomiles: Everest, Lhotse, Lhotse Shar y Cho Oyu. - Escalada al Lobuche Peak
En esta etapa ascenderán los 6.119 metros del Lobuche Peak, una cumbre que, aunque menos técnica, incluye tramos de hasta 40º de inclinación sobre roca y hielo. Desde su cima disfrutarán de vistas impresionantes del Nuptse, Makalu, Baruntse, Pumori y el Ama Dablam, su siguiente objetivo. - Ascenso al Ama Dablam
La última fase los llevará hasta los 6.812 metros del Ama Dablam, una montaña dividida en tres campos de altura. El último campamento, a 6.300 metros, se sitúa bajo el glaciar colgante Dablam, que da nombre a la montaña.
Un año de preparación
“Llevamos un año enfocados en esta aventura”, detalla Pitarch, quien menciona entrenamientos en los Pirineos, durmiendo en altura y ascendiendo cumbres de 3.000 metros. Además, subraya la importancia del trabajo en equipo: “Estas experiencias unen mucho”.
El objetivo de esta expedición va más allá de la cumbre. “Queremos disfrutar la montaña sin masificaciones, en soledad”, explican los alpinistas, conscientes de la peligrosidad que esto implica. “Más que el frío o la nieve, nos preocupa el viento huracanado”, admiten, ya que este podría dificultar el ascenso en la última fase.
“Es la montaña que siempre hemos soñado”, concluye Pitarch, quien confiesa haberse enamorado de la majestuosa Ama Dablam hace 30 años, cuando la vio por primera vez en su camino hacia un ochomil. Ahora, esa oportunidad está al alcance de sus manos: el reto de coronar la montaña más bella del mundo.